Son siete décadas desde que se puso el primer Volkswagen a la venta en el país, para luego pasar al complejo industrial un sinfín de proyectos y más producción.
Si hay una gran historia en la industria automotriz mexicana es la de Volkswagen, la decisión de la empresa de instalarse en México más allá que solo vender vehículos se marcó como un gran momento industrial en el país.
Los grandes arcos a la entrada de la planta se veían como ejemplo arquitectónico e ícono, o la gran derrama económica que causaba en ese momento, los grandes estacionamientos como preámbulo a una fábrica, que crecía en calles y avenidas que dividen hoy el complejo industrial de Volkswagen de México. Es una ciudad en sí, gracias a la gran decisión de venir al país con presencia industrial.
Desde la construcción del Vocho que su línea de ensamble era empujada por fuerza humana en cada una de las estructuras que llevaba un vehículo, hasta la actual, que por minuto saca los modelos Taos y Tiguan que van para todo el mundo, pasando por emblemáticos coches hechos ahí dentro.
Son siete décadas desde que se puso el primer Volkswagen a la venta en el país, para luego pasar al complejo industrial y renovarlo con nuevos proyectos y más producción cada año.
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Me ha tocado conocer la historia, desde jugar de niño en los jardines en el área administrativa, hasta ponerle partes en la línea de ensamble al New Beetle. Desde manejar la locomotora que dentro de la planta sirve para hacer movimientos a la vía de ferrocarril, hasta manejar el Vocho 21 millones que se produjo en 1981 con tan solo 230 kilómetros, parte de la colección del museo de la planta.
Conocer desde ejecutivos que han llegado de lejos para quedarse algunos años, así como grandes historias de extranjeros y mexicanos que han hecho carrera. He podido utilizar el comedor del consejo y sus salones en distintas ocasiones, así como en el comedor de todos los asociados.
En fin… son siete décadas que los ejecutivos alemanes tuvieron una decisión quizás atrevida, pero que ha impactado a nuestro país como casi ninguna otra, a la sociedad de Puebla, a la sociedad del país con sus productos, a las familias de los distribuidores, a los taxistas que por tantos años vivieron del Vocho y su economía en ciudades como México, a familias enteras que vivieron la Combi en carreteras de fin de semana, a miles de fanáticos mexicanos que se volvían locos con las versiones del Atlantic, Caribe, GTI, o Jetta. Sin duda, ha sido un gran trayecto que, comprendiéndolo desde dentro, conociendo a las caras que lo han liderado y manejado sus vehículos, nos lleva a una de las mejores historias de la industria automotriz.
Por lo vivido, vale la pena agradecer, pero también imaginar lo que será en los próximos 70 años.
Sin estas siete décadas de Volkswagen en México, este país sería distinto. ¡Felicidades!