Una de las revisiones más básicas del auto es el aceite, junto con los neumáticos, por supuesto. Y, aunque todos los automovilistas tienen presente el revisar estos niveles, las prisas pueden ocasionar que posterguemos esta revisión, sin caer en cuenta que corremos el riesgo de que nuestro auto se quede sin aceite.
¿Cómo podemos darnos cuenta de ello? Debido a que el aceite es un lubricante, al no tener el nivel adecuado podrías escuchar la fricción de metales en el propulsor. Otra alerta auditiva es un cambio en el sonido al cambiar de velocidad. Dos señales también muy evidentes son un humo con olor a quemado y manchas en el pavimento. Adicionalmente, la luz del tablero podría encenderse.
La falta de revisión y mantenimiento no es la única causa por la que podemos quedarnos sin aceite: también puede ser ocasionado por una fuga. Si tampoco fue el caso, probablemente no usaste el aceite indicado. Debes de tomar en cuenta que los daños pueden presentarse también si el aceite no se ha cambiado.
Por ello, es importante seguir las instrucciones del manual del propietario del fabricante. Tal como señalan los expertos de Ford, no todos los motores funcionan con el mismo aceite, por lo que debes verificar el recomendado para tu auto.
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Tu auto puede sufrir daños. Primeramente, es un lubricante de los componentes, lo cual reduce la fricción entre los elementos en movimiento. Tal es el caso de los pistones, el árbol de levas, el cigüeñal y engranes, por mencionar algunos. Sin este líquido, la fricción los calienta, lo cual puede descomponerlos y hasta provocar deformaciones.
Otras consecuencias sería un aumento en la temperatura y fallas en el propulsor. ¿La razón? El aceite también tiene otras funciones. ¿Por ejemplo? Inhibe la corrosión, disipa el calor y, aunque no lo creas, hasta puede mejorar el rendimiento de combustible
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Lo mejor es no mover el coche. ¡Así es! La recomendación es no arriesgarte a que el motor sufra una avería o desgaste mayor. Por ello, debes llamar a una grúa inmediatamente. Los daños pueden suceder en cuestión de minutos, por lo que ni siquiera debes arriesgarte a llevarlo al taller o a la gasolinera, “aunque esté cerca”. Lamentablemente, para estas alturas, ya puedes imaginar que se tratará de una reparación costosa, dependiendo el nivel de daño.
Lo que es un hecho es que, una vez que te pasa, es difícil que se repita. ¡Lección aprendida!
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