Tuvimos la inusual invitación a probar parte de la extensa gama de motos acuáticas de la marca Sea-Doo, perteneciente al grupo BRP y que en México D.F., se comercializa vía el Grupo BMC...
Tuvimos la inusual invitación a probar parte de la extensa gama de motos acuáticas de la marca Sea-Doo, perteneciente al grupo BRP y que en México D.F., se comercializa vía el Grupo BMC en Santa Fe, quienes también cuentan con la marca Harley-Davidson, una extraña combinación de conceptos pero que al final comparten la pasión por la conducción de un vehículo personal, con “maquina grande”
El día comenzó con una reunión de usuarios del Can-Am Spyder en la ciudad de México con destino al lago de Tequesquitengo donde nos esperaban las unidades Wake, GTR 215 y RXT 260 RS. Al llegar a nuestro destino el ambiente casi de playa que se vivía invitaba a dejar toda prenda de lado, peor no piensen mal ya estábamos preparados con calzado, lentes, bermudas y litros de bloqueador solar.
La temperatura era alta desde temprano por lo que sentir el agua fría del lago era muy refrescante, firmé una responsiva, me dieron mi chaleco salvavidas y me asignaron la unidad RXT 260 RS donde me platicaron un poco de las bondades del modelo, como la estabilidad que tenía, la ligereza del casco, la comodidad que ofrecía el asiento tanto para el conductor y el pasajero siendo una moto de alto rendimiento, pero sin duda de lo que estaba más orgullosos era de su sistema de reversa.
Las motos acuáticas no siempre tienen reversa o no es algo sencillo para el piloto, en el caso de Sea-Doo, en el manillar derecho está la palanca del acelerador y en el izquierdo está la de reversa que también hace las funciones de freno.
Luego de esa parte de “explicación aburrida” presioné el botón de arranque y el sonido ronco del motor me arrancó una sonrisa, sonaba como el de una moto con escape deportivo, comencé por presionar suavemente el “gatillo” del acelerador y así salir a espacio abierto, donde esa “cosquilla” de la velocidad de inmediato nos ganó y pronto tomé confianza.
La aceleración es realmente sorprendente, en esta unidad llega a los 50 km/hr en apenas 1.8 segundos, ya que el funcionamiento de la moto acuática es muy directo. El motor se encuentra en la parte media/trasera y cuenta con un eje que sale por un espacio cerrado a la parte posterior, cuando se acciona una pequeña hélice genera un vació y se utiliza el agua para la propulsión.
El manejo en agua es todavía más divertido que un coche en terracería ya que si bien en los caminos de tierra tenemos un medio cambiante, el agua nunca “es la misma” y tenemos que sortear con el oleaje que nos hace brincar y nos regala una sensación de libertad y diversión poco comparable con otro vehículo motor.
Las vueltas son lo más divertido porque al principio uno siente que se cae o la moto se volteará, cuando nos acostumbramos a este efecto la cosa se torna más divertida al dar un giro a velocidad mientras vemos como levantamos una “montaña” de agua.
Al terminar nuestro turno, la sonrisa con la que comencé era todavía más grande una experiencia que sería complicado tratar de plasmar aquí, y es algo que se tiene que vivir si te gusta la velocidad y el sonido de un motor.