Nunca antes había experimentado un manejo tan deportivo y a la vez tan urbano como cuando me senté en el asiendo del conductor del Chevrolet Corvette Stingray
Frente de foto: Cinco ventanillas maximizan el flujo de aire al tiempo que mejoran la aerodinámica.
Trasera de foto: La fascia posterior muestra el emblema de Corvette diseñado para la 7ª generación, mientras que sus cuatro tubos de escape se agrupan al centro para una deportividad total.
Tres cuartos: Rines de aluminio de 19” al frente y 20” para las ruedas traseras.
Detalle: Faros frontales de alta descarga de Xenon y LED como luces diurnas.
Nunca antes había experimentado un manejo tan deportivo y a la vez tan urbano como cuando me senté en el asiendo del conductor del Chevrolet Corvette Stingray®, y es que para explicar el pretencioso encabezado –propuesto por quien escribe– a quienes no están familiarizados con la “mantarraya”, debemos apuntar que a partir de 1963, 10 años después a la primera generación del Corvette, se construyen automotores con características que invitan a equiparar al bólido norteamericano con los superdeportivos italianos, por ejemplo.
Con un centro de gravedad bajísimo, “propulsión” trasera y un poderoso V8 de inyección directa de 6.2 litros de desplazamiento, el C7 Stingray® no solamente nos invita a mirarlo cuando pasa por la calle, sino también a experimentar un manejo profesional sin temor a salirse de la curva, por el contrario, nos demanda acelerar…
Y es que partiendo de los conceptos básicos de ingeniería automotriz, cuando se decide crear un automotor que vaya mucho más rápido que el resto, se deben tomar en cuenta tres factores principales:
Potencia de 460 hp y 465 lb-ft; Peso reducido al máximo gracias a la carrocería de aluminio y elementos de fibra de carbón y nano carbono; Desempeño excepcional gracias a la tracción trasera con distribución de peso prácticament al 50/50, suspensión magnética Magnetic Selective Ride Control, que ofrece un contacto supremo con la pista y transmite la potencia de mejor manera a la carpeta asfáltica gracias a su caja automática de 6 relaciones con cinco modos de manejo: Weather (nieve y zonas resbalosas), Eco (desconexión de 4 cilindros), Tour (manejo urbano), Sport (liberación de potencia) y Track (manejo profesional), siendo posible ejercer los cambios en modo semi-manual gracias las paletas laterales del volante.
Asimismo, debemos apuntar que en nuestra prueba de manejo el vehículo no solo se comportó a la altura de nuestras expectativas, sino que realmente las rebasó. La cabina está completamente enfocada al conductor y, mediante el ingenioso Head-Up-Display, entregará la información a demanda de quien ejerza la presión en el acelerador. Al interior destaca un sistema de sonido Bose que combina a la perfección con los cueros, gamuzinas y la fibra de carbón utilizados para el habitáculo, mientras que la pantalla retráctil de alta definición ofrece una conexión con su mundo multimedia de fácil entendimiento.
Ahora bien, dejemos los elogios interiores y vayamos a la realidad, si usted posee poco más de un millón de pesos, y toda su vida ha deseado un Stingray®, la respuesta es: “Sí”, el bólido americano sorprende a propios y extraños, levanta suspiros y enciende miradas al tiempo que su agresivo perfil surte efecto en los peatones, pero también se maneja de manera cómoda, segura y económica gracias a su desconexión de cilindros, es decir, Corvette Stingray no solo revive a la leyenda, sino que la llena de nuevos bríos mediante al ritmo de su brutal aceleración: ¡¡¡3.8 segundos de 0-100 km/h!!!