Mustang GT convertible 2013, como cabalgar al aire libre

Hace unos días me tocó manejar el Mustang un auto que no necesita mayor presentación, un vehículo que ya es un ícono norteamericano que denota poderío, deportividad algo de ostentosidad y un sentido muy extrovertido de ser. Como sabemos la nueva generación del pony car ya se presentó pero llegará a nuestro país hasta septiembre del 2014, por lo que le queda un poco de vida a la generación actual.

En el apartado mecánico desborda potencia, si bien no es el Shelby, el motor 5.0 litros V8 con 420 hp no es precisamente débil, el par motor que genera es de 390 lb-pie. La caja de cambios que tenía era automática de 6 pasos. En cuanto a sistemas de ayuda a la conducción ofrece el Advance Trac que es básicamente el control de tracción para mantener todos esos caballos de fuerza en el eje trasero sin que se desboquen.

AQUÍ TODAS LAS FOTOS DEL MUSTANG GT 2013

Tal vez sepas o hayas escuchado que el Mustang tiene un problema que ha sido criticado incluso por los entusiastas de la marca en las últimas generaciones que es el eje rígido trasero. Trataré de explicar esto: cuando damos vuelta el peso del auto se recarga sobre un lado y la suspensión muellea para soportar dicha carga, y entre más tecnología tenga el auto dicha acción pasará desapercibida para el piloto, mismo que podrá hacer el giro con mayor velocidad y confianza.

En el caso del Mustang el eje que va entre las ruedas traseras como su nombre lo indica es rígido, lo cual hace que el muelleo al curvear se prácticamente nulo, esto ocasiona que la parte trasera se pierda fácilmente si se entra muy rápido a la curva o peor aún si en dicha vuelta existe alguna imperfección la parte trasera literalmente da pequeños saltos que pueden hacernos perder la vertical, con todo y el control de tracción. Debido a este pequeño detalle su venta en Europa ha sido complicada, pero ya se arregló para la siguiente generación.

Lo anterior podría ser algo de temer pero también le brindaba al Mustang ese sabor de manejo de antaño donde el conductor era el que controlaba el coche y no un sinfín de sistemas de seguridad, pero los tiempos cambian y las reglamentaciones también por lo que el eje que fuera un distintivo del Mustang hoy ya no es bien visto.

La prueba de manejo me llevó a un pueblo mágico, Peña de Bernal, Querétaro donde aproveché los montañosos y áridos paisajes con la capota abajo del Mustang para tomar sol (aunque no lo necesito demasiado) y sentir un poco de aire y libertad.

El trayecto comenzó en la ciudad donde sin duda me tarde en acostumbrarme a las dimensiones con un cofre que parece interminable en primera instancia y puntos ciegos que tiene, sin duda si le ayudarían mucho esos sensores de proximidad y una cámara de reversa también ayudaría bastante. La entrega de potencia en ciudad con el pedal a medio recorrido es suave y luego de acostumbrarnos s a maniobrar el Mustang será cómodo aunque la suspensión y chasis son rígidos por lo que pasar por un bache penalizará la espalda y donde termina la misma.

Por fin salí a la carretera, un recorrido nocturno que invitaba a abajar la capota y ver el cielo estrellado pero eso hubiera causado un congelamiento en segundos, en esta parte aparecieron algunos detalles de comodidad, el primero es que con todo el tamaño que tienen el Mustang apenas tiene espacios para colocar cosas ya sea en las puertas, consola y guantera, este punto ya es un básico actualmente y por otra parte una cabecera de los asientos pensada para la seguridad pero muy incómoda después de un rato.

El trayecto con música e indicaciones del sistema SYNC me hicieron olvidar esos puntos para concentrarme en el camino. La sensación es extraña ya que el conjunto del chasis es muy sólido pero la suspensión es relativamente suave por lo que a velocidad parece que navegamos pero con un sentir potente y seguro, en este punto debo de decir que el silencio de la carretera permitió escuchar el sonido del motor un ruido que enamora y que transmite fuerza al conductor. Llegué a nuestro destino y tocaba descansar.

A la soleada mañana siguiente lo primero que se hizo en el auto fue bajar la capota y tomar rumbo a Peña de Bernal donde en general había rectas y la zona de curvas permitió sentir aquel efecto del eje rígido trasero lo cual hace que te mantengas atento al volante por cualquier leve cambio de trayectoria, hace años escuché un término para los muscle car norteamericanos, “cuando manejas uno y aceleras mientras tensas tus brazos pareciera que el pelo en pecho te comenzara a crecer”, ya se cosas de hombres, pero créanme una mujer también disfruta de este poderío ya sea de acompañante o al volante.

La calidad de marcha es buena a secas, el curveo es apto pero lo que me llamó la atención es el frenado que es bueno con todo y la masa e inercia que genera esta mole en la carretera. En cuanto a velocidad punta rozamos los 190 km/hr ya que aquí juega en contra la aerodinámica del modelo que es básicamente un tabique, pero créanme esa velocidad, con un Mustang mientras escuchamos el bramido de los 420 equinos con la capota abajo, es “celestial”.

El aislamiento sonoro del habitáculo no es tan bueno y con la capota cerrada podemos escuchar perfectamente lo que se habla afuera y a velocidad también se filtra, con la capota abajo a velocidad se obtiene un buen efecto que evita que los pasajeros tengan que gritar o subirle demasiado al volumen.

El Ford Mustang sigue siendo un auto aspiracional sin ser un súper deportivo o un exótico, es algo que se tienen en la mente y no importa el sexo o incluso la edad es bien visto por todos donde se detenga, en el presente pareciera un capricho debido al gasto en combustible pero estoy seguro que muchos quieren uno y ya sea con mecánicas híbridas, turbo o diesel tendremos Mustang para rato, solo tenemos que acostumbrarnos a lo que nos ofrezca Ford a mediano y largo plazo.

Costo de la unidad probada: $639 mil 900 pesos al mes de diciembre de 2013.

Ricardo Silverio

Cuenta cuentos profesional, con un especial gusto por la velocidad, y una calma innata por vivir mientras el mundo gira a prisa. De gustos extremos nacidos en el ciclismo y luego evolucionados al mundo motorizado. Aquel que puede pasar horas viajando en una carretera o un instante en las pistas de competencia, aunque viviendo, volando y dejando todo problema en el camino en mi motocicleta. De gustos particulares y enemigo de los autos aburridos que no transmitan sensaciones de manejo.

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