Seguramente usted, apasionado lector, no solo se interesa por los instrumentos horológicos que miden el tiempo, sino que además gusta de los aparejos que suelen transportarlo de un lugar a otro, y más aún, de aquellos que no solamente son hermosos, sino que además han sido procurados a través de los años, tanto que han tenido que pasar de generación en generación, legando el valor intrínseco del tiempo y las «manos» que trabajaron en su preservación o reparación. Así de bella es la afición por los autos clásicos, que converge con la de los motores que laten en la muñeca, y así comienza la historia de Raidillon, que nace –hace 10 años– a partir de la inspiración en la curva más famosa del circuito belga de Spa-Francorchamps, un trazado difícil, peligroso y emocionante.
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El diseño de cada pieza, recupera la emoción del automovilismo deportivo gracias a sus materiales (aceros, cueros), pero también debido a su motor suizo, Valjoux y ETA automáticos, los cuales animan las funciones de: tres manecillas, reserva de marcha, segundo huso horario, fechador, cronógrafos y hasta rattrapantes. Sus colecciones son seis, y cada una de ellas presenta modelos limitados a 55 piezas, número emblemático que corresponde al límite de autos permitidos por la FIA para competir en la pista de Spa-Francorchamps.
Tanta conexión con el mundo del automovilismo no podía pasar desapercibida en la edición más reciente de la Gala Internacional del Automóvil, que tuvo lugar el pasado fin de semana en el kilómetro 44 de la carretera México-Toluca, al interior del enorme jardín del Restaurante Jajalpa. La representación mexicana de Raidillon, encabezada por Felipe Campos, fungió como patrocinadora del evento más importante de automóviles premium del país y, adicionalmente, dedicó un singular trofeo al ganador “Best of the Show”, me refiero a un cronógrafo de edición limitada y numerada para el coleccionista dueño del Jaguar MK IV 1947 Drophead Coupe.
Raidillon apuesta por el mercado mexicano gracias a un producto clásico y deportivo que seguramente coincidirá con una de las aficiones más arraigadas en nuestro país, la de los automóviles clásicos y la velocidad.
Entusiasta de la comunicación y la actividad del periodismo ejercidos con profesionalismo. Manejo desde los 13 años, pero –en la actualidad– sigo jugando a los carritos.