Una de esas historias que seguramente nuestros abuelos contaron a nuestros papás, nuestros papás a nosotros, y nosotros contaremos a los nietos, o mejor aún, los llevaremos a disfrutar del largometraje en cuestión y de las explosiones, balaceras, persecuciones y adrenalina en cuestión.
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Esta es una de esas películas que puede ser apta tanto para hombres como para mujeres, puesto que la elegancia de los agentes que protagonizan los filmes, «acoplada» a escenas de euforia y espionaje la hace ideal para chicos, grandes, chicas y #Machines.
Ahora bien, vayamos a la historia y al origen de la narración por parte de Ian Fleming, quien ha utilizado el código 007 para referirse al personaje ficticio de nombre Bond, papel bond… –¿ah no verdad?–, bueno ya ustedes saben que su nombre es James, pero entonces ¿de dónde surge el 007 y por qué utilizarlo? Resulta que los agentes del Servicio Secreto de Inteligencia Británico, también conocido como MI6 reciben un número de acuerdo a su rango, y en este caso el «00» se entrega a los agentes encubiertos, discretos y con ¡Licencia para matar!
Según se describe en la novela Goldfinger, los agentes «00» no sobrepasan tres, en número de ellos, no obstante para la cinta Operación Trueno, se explica que son menos de 12 #Machines entrenados para disparar, correr más rápido que un tren bala, nadar más rápido que La Sirenita, saltar más alto que el Chapulín Colorado, nunca morir y quedarse con la chica sin despeinarse jamás.
De acuerdo a la clasificación hecha, les podemos mencionar que el agente más peligroso y capaz lleva el nombre de Edward Donne 001, es identificado como el Agente Alpha es decir, el #Machine de los #Machines, y es el único capacitado para poder acabar con los agentes «00» en caso de que alguno de éstos se le «salga del guacal», y de ahí nos desprendemos hasta el 0013, el último de los licenciados en matanza, pero habría tres más desconocidos que aparecen en diversos episodios de las cintas, como el GoldenEye, el Agente York y Suzi Kew.
Finalmente, debemos indagar un poco más en la vida del #Machine Bond, y es que sus aventuras involucran una larga lista de explosiones y misiones complicadísimas de solventar, e inclusive de entender en tiempo real, o ¿no les ha pasado que el guió se hace tantas bolas que únicamente se entiende al desenlace? Es ahí cuando podemos afirmar quién es bueno y quién no, al menos por unos instantes hasta que aparecen escenas que darán paso a una continuación. Así es el arte de la cinematografía ayudada por el marketing, y es que se ha hecho una franquicia el poder desarrollar nuevas ideas para la comercialización de un producto que se vende muy bien.
Sus asociados principales son: Aston Martin, como el bólido más potente y letal que jamás se haya visto, pero sin perder la elegancia y clase británicos, el tuxedo, siempre bien planchado y con un corbatín que resiste absolutamente todo, pistola a prueba de «se me acabaron las balas», o ¿a poco no sucede que Bond dispara 7 rondas consecutivas de su escuadra automática y continúa sin suceder lo inevitablemente lógico?, vehículos Jaguar/Land Rover, pues claro, son los de la realeza y trasladan al verdadero jefe de un sitio a otro, e igualmente aparecen en escenas de persecución, las chicas Bond, es como ganarse la lotería y obviamente, como siempre terminan muertas, es la oportunidad para subir al estrellato a partir de qué tan sexys pueden ser; el reloj, en posición y dominio total por parte de OMEGA, en fin, muchos otros artilugios y el más importante, ser James Bond, lo cual te asegura una carrera de 4 – 6 películas con sus enormes regalías y un plataforma amplísima para aparecer en alguna comedia romántica, tal como lo hizo Timothy Dalton, Pierce Brosnan, Daniel Craig, etc, ah, el requisito indispensable es ser británico.
Roger Moore, Sin duda todos tendremos detectado a nuestro Bond favorito, pero Sean Connery merece una mención aparte, pues ha sido el James más brillante de las películas de espionaje #MartesDeMachine
Entusiasta de la comunicación y la actividad del periodismo ejercidos con profesionalismo. Manejo desde los 13 años, pero –en la actualidad– sigo jugando a los carritos.