El vivir una experiencia completa, que llene tus sentidos, tu imaginación, tu intelecto, y especialmente que te haga consciente de otras realidades, no es algo que esté a nuestro alcance todos los días. Sin...
El vivir una experiencia completa, que llene tus sentidos, tu imaginación, tu intelecto, y especialmente que te haga consciente de otras realidades, no es algo que esté a nuestro alcance todos los días. Sin embargo, con Lincoln es diferente: así es su forma de respirar, compartir y enamorar.
El objetivo más alto al que puede aspirar una marca, es que los objetos cobren vida. Los autos Lincoln te hablan con una comunicación sutil y delicada, de la manera más natural posible. Para compartirte la experiencia que vivimos, es necesario remitirnos al inicio: cuando un Lincoln Corsair 2020 nos dio la bienvenida para llevarnos al destino final, la Casa Pedregal, concebida por Luis Barragán.
A diferencia de otros eventos automotrices, el trayecto me permitió sentir el auto como lo haría en un día cualquiera, con tráfico y los desafíos de la ciudad. La ventaja de viajar como pasajero es que pude prestar mayor atención a las sensaciones. Porque sí, con Lincoln cada detalle crea una atmósfera en la que todos los elementos son cuidadosamente seleccionados para influir en tu bienestar.
¿Por ejemplo? De entrada, las alertas corresponden a sonidos sinfónicos creados por la Orquesta Sinfónica de Detroit con instrumentos como violín, viola, percusiones y marimba. Posteriormente, abrimos el quemacocos para dejar pasar la luz del atardecer. Alrededor de las 5 y 6 de la tarde en días de febrero, es muy agradable disfrutar del cielo azul.
Es muy sencillo sentirte cómodo. Cuando menos te das cuenta, no escuchas nada, como si el congestionamiento no estuviera ahí. Esto, por supuesto, es gracias al sistema de Control Activo de Ruido que aísla la cabina del exterior. Pero, una vez relajados, optamos por escuchar un poco de música clásica con una claridad exquisita, gracias al sistema de sonido Revel by Harman-Kardon con 14 bocinas.
Está por demás decir que la comodidad en la fila trasera está garantizada. No sólo puedes agregar hasta 15 cm en las piernas, o si lo deseas, en la cajuela. Los materiales al interior de todo el vehículo son trabajados a mano. Y, para quienes aprecian la tecnología, en Corsair es bastante intuitiva, es decir, fácil de usar.
Construida en 1948, la Casa Pedregal es Patrimonio Mundial reconocido por la UNESCO en 2004. Fue en este espacio histórico donde la iniciativa de arte textil internacional, Texto, se llevó a cabo del 4 al 8 de febrero y en el cual, Lincoln apoyó y formó parte. Sin embargo, antes de sumergirnos en este proyecto, realizamos un recorrido por la casa.
Desde la entrada, la casa te envuelve en una realidad distinta, no sólo visual, sino aromática. No por nada, la definen como una arquitectura emocional, que se aísla del exterior. Esto es gracias a que para el ingeniero y arquitecto mexicano, Luis Barragán, era importante la soledad, los espacios privados y, ante todo, consideraba muy humano respetar el entorno, tal como mantener la piedra volcánica de la zona y los amplios jardines.
Texto es más que una exhibición y venta de arte textil internacional. Tal como se define a sí misma, es un espacio para aquellos que entienden y valoran la sostenibilidad, la identidad personal, la tradición y el consumo responsable, reuniendo a distintos maestros artesanos, activistas, pensadores, creadores y artistas de todo el mundo.
De esta manera, fue en el jardín exterior donde pudimos conocer de primera mano los textiles en viva voz de sus creadores, escuchando a artistas de China, Tailandia, India, Perú, México, entre otros. En cada uno de sus diseños, colores y texturas, hay vida, historias, emoción, inspiración, cultura y compromiso con su comunidad.
Posteriormente, justo donde se encuentra la alberca de la casa, Julieta Venegas ofreció un concierto acústico e íntimo. La compositora mexicana envolvió a los presentes con su carisma, la calidez de su música y la fusión de su voz con los instrumentos, como piano, ukelele, guitarra y acordeón.
Como cereza del pastel, para finalizar la velada, el Lincoln Corsair estuvo de vuelta para cerrar con broche de oro una experiencia que embonó perfecto con la descripción que usa la marca para describir sus autos: un santuario para lo sentidos.
¿Qué te parecería vivir una experiencia Lincoln?