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Muchos amigos quizá ubiquen esta competencia por el legado que dejó, por su relación con la relojería o con Porsche directamente
Muchos amigos quizá ubiquen esta competencia por el legado que dejó, por su relación con la relojería o con Porsche directamente, pero sinceramente la Targa Florio es mucho más que su historia, es pasión, innovación, competencia y adrenalina de los años anteriores a la década de los 80, lo que significaba pilotos diestros y hombres que ponían en juego la vida misma.
Con lo anterior no me refiero a que los pilotos de hoy día no lo hagan, pero los tiempos han cambiado y ahora las escuderías están más reglamentadas, además de poseer los recursos para garantizar que los pilotos puedan llegar al límite sin la necesidad de arriesgar demasiado. La Targa Florio era también conocida como el Giro de Sicilia, y fue una de las competencias de automóviles deportivos más reconocidas de Italia, junto con la Mille Miglia, dualidad que ingresaba al Calendario del Campeonato Mundial de Resistencia, sí, al igual que Le Mans. No obstante, en 1957, los hechos trágicos en Mille Miglia determinaron que la Targa Florio continuara como única representante del automovilismo de esta categoría.
El trayecto comprendía las carreteras de los montes Macedonia, ubicada en Palermo en la provincia de Sicilia, y sé que les viene a la mente «El Padrino» de Mario Puzo, y como ya lo trajimos a colación, imaginemos entonces el olor a aceite quemado, gasolina y sal del mediterráneo, todo coronado por la brisa de oliva típica de este lugar, ahora trasladémonos al volante de un Alfa Romeo, Bugatti, Ferrari o Maserati, y claro, un Porsche.
Por qué mencionamos a la armadora alemana en este respecto, pues resulta que los Targa son un tipo de modelos descapotables que utilizan pilares, sumamente cotizados hoy en día. Igualmente Porsche sumó de 11 victorias tras incursionar en esta impresionante prueba, no obstante culminó en el año 1977 con la última edición LXI.
Finalmente mencionaremos que la Targa Florio era sumamente demandante, pues se corría a varios metros de altitud con un asfalto generalmente destrozado, que hacía que los pilotos estuviesen concentrados en todo momento para evitar una ponchadura, además, la bajada hacia el mar requería el más elevado nivel de pericia debido a las altas velocidades que se podían alcanzar.
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