Ubicada en el trazado de Talladega en Atlanta Estados Unidos, la historia cuenta a uno de esos gringos conocidos como "white trash"
#ViernesDeVelocidad comienza a todo vapor, galope, emoción, adrenalina y diversión, así son los fines de semana en #MemoLira, cuando todos estamos listos para las carreras del fin de semana en la Fórmula 1 con el #GPdeCanadá y, en México D.F. con la séptima fecha de la NASCAR Toyota Series pero, hablando de NASCAR, esta competencia tan «gringa» nos recuerda a lo que sucedió con Ricky Bobby, quien «solo quería ir rápido» #IWannaGoFast, #IWannaGoFast, #IWannaGoFast…
Ubicada en el trazado de Talladega en Atlanta, Estados Unidos, la historia cuenta a uno de esos «white trash» que no tuvo oportunidad de escoger un futuro multicultural y galardonado ni socialmente aceptado, lo que sí sucedió fue que «Baby Jesus» le concedió talento para manejar y osadía para burlar el instinto –natural– de supervivencia a bordo de un automotor.
Su padre solamente le llenó la cabeza de ideas para ir cada vez más rápido en su automóvil, presentándose –únicamente– al parto y nuevamente cuando éste, Ricky Bobby, tenía 10 años durante una reunión escolar. El actor Gary Cole, padre de nuestro personaje interpretado por Will Ferrell, sostendría un monólogo con su hijo, mismo que lo impulsaría a trabajar en un track de la NASCAR y, a aprovechar la oportunidad de convertirse en el mejor piloto de la historia, pero…
Sacha Baron Cohen llegaría a la escena interpretando a un Campeón de F1, su nombre artístico es: Jean Girard, un hombre que no es nada #Machine y que además desea comprobar que Ricky Bobby no es el mejor piloto «que jamás haya visto el hombre». El antagonista hará uso de cada recurso disponible para eliminar a Ricky de la contienda, pero la historia daría un giro excepcional cuando nuestro personaje pierde el control de su bólido y se «embarra», dando miles de vueltas en el superóvalo citado.
La confianza de Ricky no es la misma, teniendo por vez primera un miedo a la muerte muy humano y natural, no obstante su padre y madre lo apoyarán para reconquistar la adrenalina que corre por sus venas en forma de gasolina y el aceite que lubrica su –casi nulo– cerebro, además su familia que, dicho sea de paso, está tremendamente mal educada y al borde del abismo. Asimismo el papel de su coequipero será fundamental, poniendo pimienta a la cinta dirigida por Adam McKay gracias a que tuvo la osadía de robarle a la chica.
No hay mucho más que decir, entre cougars historia sin historia y risas a lo largo y ancho de la cinta, si te gusta el plan de un fin de semana de película sumamente divertido con superlarge coke y nachos con queso, Talladega Nights: The Ballad of Ricky Bobby es para ti #ViernesDeVelocidad #ShakeAndBake