Un sedán noventero deportivo muy especial.
La década de los 90 fue especialmente importante para la firma de la estrella, en donde se consolidó como uno de los fabricantes de sedanes más notorios. Sin embargo, nadie esperaba un coche como el Mercedes-Benz 500E. Desarrollado con la intención de experimentar hacia la definición del nuevo Clase S del momento, este coche es especial porque fue creado a la par con un aliado muy inesperado: Porsche.
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En 1989, la firma alemana encargó el desarrollo del chasis W124 de Mercedes-Benz 500E a Porsche. Mientras tanto, Mercedes se encargaría de trabajar principalmente en su motorización y transmisión. Porsche aceptó el encargo debido a una crisis interna importante y desde sus plantas en Zuffenhausen en Alemania, construirían este chasís principalmente a mano.
El proceso de producción involucró pasar el coche entre 3 distintos lugares para completarlo. Debido a la crisis económica de Porsche, se pudieron usar una gran parte de sus instalaciones para la fabricación del modelo. Una vez que la carrocería estaba terminada, se transportaba el chasís directamente hacia la planta de Mercedes-Benz en Sindelfingen donde se hacía una inspección final y se pintaba.
Finalmente, el coche volvía a viajar una vez más hacia la planta de Zuffenhausen done Porsche instalaría el motor como paso final. A pesar de ser un proceso bastante latoso, a ambas marcas les tomaba apenas 18 días completarlo por cada ejemplar fabricado. Nada mal.
Sabiendo que se trataba de un vehículo especial, la marca adaptó en Mercedes-Benz 500E en su primer año de producción un motor sensacional. El vehículo portaba cuando salió a la venta en 1990 un motor 5.0 litros V8 M119 de 32 válvulas de hasta 322 caballos de potencia y 354 libras pie de torque.
Acoplado sorprendentemente a una transmisión automática de 4 velocidades, la marca calculó un 0-100 en 6.1 segundos y una velocidad tope limitada electrónicamente a 250 kilómetros por hora. Debido a su aspecto conservador, la prensa automotriz lo llamó en su momento el “lobo disfrazado de cordero.” Curiosamente, a pesar de venir equipado con asientos de piel Recaro, lo máximo en equipo que contaba era un estéreo con CD y un teléfono celular integrado en cuanto a comodidades.
Mercedes-Benz 500E inmediatamente impactó al público al ser uno de los sedanes más veloces del momento. Iniciaría con un precio de 81,800 dólares equivalentes a alrededor de 185,000 actuales ajustados a la inflación. El coche se produjo de febrero 1991 a finales de 1994 vendiendo un total de 10,479 unidades.
No se sabe con exactitud el número real pero se cree que 120 ejemplares adicionales se fabricaron en 1995 directamente por Porsche para clientes muy especiales. Adicionalmente, Mercedes-Benz produjo dos ediciones limitadas para el año final del vehículo. E500 Limited tuvo 951 unidades y se distinguió por sus asientos con patrones moteados. Finalmente, se produjo el E60 AMG, una versión con un motor 6.0 litros V8 de AMG que aceleraba de 0-100 en 5.3 segundos.
Distribuidos oficialmente solo en Estados Unidos, Japón, Reino Unido y Canadá; este espectacular proyecto conjunto entre dos de los fabricantes automotrices más reconocidos mundialmente se considera como un objeto de coleccionista indiscutible así como un clásico moderno para ambas marcas.
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