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Dos vehículos muy especiales en la historia del Rey.
El Lincoln Lipstick Car perteneció al Rey del Rock N’Roll Elvis Presley. Actualmente, Elvis permanece como el artista solista con más discos vendidos en la historia. Su influencia en el mundo de la música, el baile y el cine son más que reconocidos. Sin embargo, pocos hablan del legado que dejó en la industria automotriz. Por ello, hoy te hablamos de dos de sus modelos más importantes dentro de su garage.
El Lincoln Lipstick Car adoptó su legendario nombre gracias a un incidente durante su gira en Miami. Durante los años 50, Elvis Presley ya había obtenido un estatus de fama a nivel mundial. Por lo tanto, el cantante buscaba permanecer lo más anónimo posible para relajarse antes de sus shows.
Sin embargo, sus fanáticas aguerridas y obsesionadas lograron identificar milagrosamente el hotel en el que se estaba hospedando. Aunque no se sabe si alguna de ellas logró conocer a su ídolo en persona, sin duda alguna se encontraron con su preciado coche.
Las fanáticas lo vandalizaron completamente, usando sus lápices labiales. Llenaron el coche por completo de mensajes románticos y confesiones, otorgándole para siempre su famoso apodo. Uno de los mensajes más llamativos estaba justo encima de la parrilla: una frase que decía “Don’t Be Cruel” (No seas cruel). Irónicamente, era el mismo nombre de una de sus canciones más famosas.
El Lipstick Car era un modelo Lincoln Premiere. Un sedán de alta categoría con cuatro puertas que debutó en 1955, destacaba por su enorme motor 6.0 litros V8 Y-Block que erogaba aproximadamente 205 caballos de potencia. Conocido por su interior totalmente estilizado, a un precio de 4,600 dólares (45,858 ajustados a la inflación) era uno de los coches más caros de la marca.
Después del inesperado suceso con el Lincoln Lipstick Car, Elvis decidió que no podía continuar manejando el coche en esta condición. A pesar de que no quería reemplazarlo por otro modelo igual, Elvis estaba determinado que quería que fuera un Lincoln. Por lo tanto, escogió el carro más lujoso, elegante y equipado que ofrecía la marca en ese momento.
El seleccionado fue el Lincoln Continental Mark II de 1956. Uno de los coches más extraños producidos por la marca en la historia, solamente contó con 3,005 unidades producidas. Todas eran ensambladas a mano y contaban con las características de lujo más extravagantes disponibles. Tanto así que William Clay Ford Sr, uno de los ejecutivos de la marca, lo utilizaba como coche personal.
A partir de ahí, el amor de Elvis Presley por Lincoln sólo aumentó. Durante su vida, adquirió alrededor de 200 modelos de la marca que le regalaba a sus conocidos y amigos sin el menor problema. Era tal su obsesión que un día compró 32 modelos el mismo día de su agencia más cercana. Sin embargo, fue este vehículo uno de los modelos que más tiempo lo acompañó durante su ajetreada vida.
Elvis utilizó su Continental Mark II durante una gira completa en el año de 1956. Es el coche que también utilizó cuando salió con la actriz Natalie Wood en 1957. Y además, lo utilizó en 1958 como medio de transporte en Nueva Orleans durante la filmación de la película King Creole.
Además de ser el sustituto del Lincoln Lipstick Car, el Continental Mark II se convirtió automáticamente en modelo de colección al solamente ser producido en un año. Montaba un motor 6.0 litros V8, igual que el Premier. Pero debido a que la gran mayoría de sus componentes se hacían a mano, Ford reveló que perdían casi 10,000 dólares con cada ejemplar producido a pesar de su alto precio de venta.
El coche contaba con llantas exclusivas de rines hechos a mano. La piel que se utilizaba venía de Escocia y utilizaba un proceso de pintura especial que solamente era posible dentro de la fábrica. El coche pasaba por 7 diferentes pruebas extensivas de calidad antes de ofrecerse finalmente al cliente.
Además de Elvis Presley, otras celebridades obtuvieron un ejemplar como Frank Sinatra, el presidente de los Estados Unidos Dwight D. Eisenhower y Elizabeth Taylor. A pesar de su larga colección de automóviles, queda claro que el amor del Rey por Lincoln era inquebrantable.
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