Un deportivo dos puertas que marcó la industria automotriz por su sensacional diseño.
Cuando hablamos de biplazas icónicos, es difícil no mencionar en la conversación al Audi TT. Su diseño futurista con ángulos redondos inconfundibles lo consolidaron como uno de los coupés/convertibles más icónicos a inicios del siglo XXI.
La idea del Audi TT surgió por primera vez en 1994, obra del Volkswagen Group Design Center en California. Inicialmente, Freeman Thomas se encargó de diseñar el coche concepto que se presentaría en 1995 en Frankfurt. Gracias a una recepción muy positiva por su belleza, la marca se aventuró a producirlo como modelo en 1998.
El nombre TT viene de la carrera de motocicletas “Tourist Trophy” o TT que se llevaba acabo en la Isla de Man. Ofertado inicialmente como coupé en septiembre de 1998, utilizó la misma plataforma que Volkswagen Golf en su carta generación. La idea era competir contra convertibles y coupés establecidos de Alemania como BMW Z3 y Mercedes-Benz SLK.
Una de las características notables de la primera generación del Audi TT, además de su bello diseño, era su notable enfoque para ser un deportivo serio. Por ejemplo, la marca lo ofreció al principio solamente con transmisiones manuales. E incluso después de mucha demanda del cliente por una caja automática, Audi ofreció una de las primeras transmisiones de doble clutch en la historia. Todo para mantener la mejor sensación de manejo posible.
El vehículo debutó con un motor 4 cilindros de 1.8 litros. Con 148 caballos de potencia y 155 libras pie de torque, superaba fácilmente los 180 kilómetros por hora. Sin embargo, en su carrocería original totalmente redonda, se descubrió que el coche perdía estabilidad a altas velocidades. Por ello, se instaló un spoiler trasero para generar mayor carga aerodinámica.
Audi TT fue uno de los coches más influyentes a inicios de los 2000. Además de su icónico diseño, el TT fue el primero en popularizar el uso de aluminio particularmente en su interior. Mientras el resto de los vehículos utilizaba plástico negro en la gran mayoría del habitáculo, el TT usó aluminio real para crear contraste.
Asimismo, ante la sugerencia de una caja automática, Audi aprovechó para entregarle al cochecito todavía más potencia. En la versión Quattro Sport del 2003, Audi instaló un motor V6 con hasta 247 caballos de potencia y 236 libras pie de torque. Por si fuera poco, se redujo el peso en 75 kilogramos a un total de apenas 1,390 kilos. Esto le permitía una aceleración de 0-100 en 5.9 segundos y una velocidad tope limitada a 249 km/h.
Ensamblado en la planta de Györ en Hungría incluso actualmente, el Audi TT permanece como uno de los deportivos de dos puertas más icónicos en la actualidad. Y quizá con el paso del tiempo se convierta en un coche de colección indiscutible para el entusiasta automotriz.
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