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La noche del pasado jueves 10 de noviembre se llevó a cabo la representativa cena “alba” en nuestro país, y Jaguar Land Rover reflejó su espíritu de exclusividad al formar parte del evento.
Por: Mariana Valtierra y Zazil Barragán
La noche del pasado jueves 10 de noviembre se llevó a cabo la representativa cena “alba” en nuestro país, y Jaguar Land Rover reflejó su espíritu de exclusividad al formar parte del evento.
Hace más de un cuarto de siglo que el acontecimiento fue promovido por François Pasquier y, dentro de las reglas no escritas destaca el código de vestimenta: vestir de blanco para identificarse. Hoy, a casi tres décadas de evolución, los valores de convivencia y las normas de etiqueta han permanecido, pero la asistencia y su ejecución en diferentes países del mundo se ha multiplicado.
Este año, México forma parte del evento junto a más otras 60 ciudades, las cuales suman alrededor de 100,000 invitados, cifra que destaca en un mundo tan vasto como sus 7.2 billones de habitantes, ¡vaya que es exclusivo!
Jaguar Land Rover surge de la fusión de la marca de SUVs de lujo con la firma de deportivos británicos. Ambos comparten una historia que roza con la visión de Monsieur Pasquier: entregar al mundo un mensaje de sofisticación y entendimiento pendiente del mundo que lo rodea.
El equipo de Joseph ChamaSrour, Director General de Jaguar Land Rover México, Francisco Montes y Ana Gabriela Ramírez, puso manos a la obra y decidió participar de la celebración sin autos, pero con la misión de conceder una prueba de manejo –posterior– a un afortunado comensal, respetando el ambiente que se vive en Dîner en Blanc, pero haciendo evidente su conexión con el placer del buen vivir, vivir al cien.
La quinta edición tuvo lugar en nada más y nada menos que el infield del Hipódromo de las Américas de la Ciudad de México. Los invitados abordaron los camiones sin saber a dónde se dirigían, por lo que para ellos fue una sorpresa encontrarse con que su cena tendría lugar en uno de los sitios más exclusivos de la zona. La noche estuvo repleta de encanto con un espíritu de unión y amistad como ninguno. Cada participante se encargó de llevar su mesa, sillas y la cena que más les gustara para después compartir con los acompañantes y disfrutar del entorno.
En punto de las 9:30 pm de la noche se encendieron las luces de bengala con la melodía de “Cielito Lindo” como fondo para irradiar nostalgia y un sentimiento muy patriótico entre todos los miembros de la exclusiva cena. Al finalizar la canción comenzó la fiesta y los pasos de baile estuvieron a la orden del día. Poco después de las 11 de la noche todos recogieron sus pertenencias para regresar a los autobuses que los llevarían al punto de partida.
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