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El lujo en los años ochenta se veía así.
El Cadillac Brougham es un modelo extremadamente especial de los años 80. No solamente se trataba de la más exquisita demostración de un automóvil de lujo norteamericano. Además, este enorme sedán de 4 puertas es uno de los modelos más extraños dentro de su amplio catálogo.
Introducido justo en la época donde los coches más lujosos empezaban a adquirir tecnología que veríamos más adelante en coches modernos, el Brougham tuvo una breve historia. Descendiente de la línea Fleetwood de la marca, Cadillac optó por separarlo como modelo independiente en 1986 en un esfuerzo por atraer nuevos clientes al mercado de súper lujo.
Cadillac Brougham nació en 1986 bautizado en honor a Henry Brougham, un empresario británico. La marca utilizó este nombre por primera vez en 1916 para un coche designado para transportar hasta 7 pasajeros. Desde entonces, la designación Brougham se le comenzó a asociar a los coches más grandes y lujosos de la marca, como llegó a suceder con algunos modelos de Eldorado.
Fue hasta la segunda mitad de los ochenta cuando la marca se dio cuenta que comenzaba a perder mercado con fabricantes extranjeros como Mercedes-Benz en el mercado de lujo. Fue así que se optó separar a Brougham como modelo independiente para entregarle al cliente una nueva opción que tuviera tecnología y comodidad nunca antes vista en la compañía.
El coche se produjo en la planta de Detroit y en Arlington, Texas. El chasís era especialmente raro por su diseño único. Empezó con una parrilla enorme heredada del Fleetwood Brougham y el DeVille. Además, se trató del último modelo de la marca en adaptar las icónicas aletas traseras. Como buen sedán de súper lujo vintage, se destacó por su enorme longitud de 5.6 metros que lo hacía más grande que una Range Rover de la época.
Cadillac Brougham debutó con tres opciones de motores. Las primeras dos eran gigantescos V8 de 5.0 litros. Llamado el Chevrolet Fl V8, este motor alcanzaba a producir apenas 170 caballos de potencia a pesar de su enorme tamaño. Esto tenía que ver con las legislaciones fuertes que comenzaban a surgir en Estados Unidos en cuanto a la emisión de gases contaminantes.
Sin embargo, la opción más interesante del Brougham era el paquete d’Elegance. Intencionado para ser el tope de gama dentro de la marca, esta opción costaba 31,494 dólares, alrededor de 60,000 ajustados a la inflación. Esta versión contaba con un V8 Chevrolet 350 que erogaba hasta 185 caballos de potencia.
Podías distinguirlo a partir de 1988 con la introducción de una opción única para la época. Podías montar un techo de vinilo en tu coche para darle un look único. A pesar de que la opción costaba 1,095 dólares adicionales, la mayoría de los clientes del Brougham optó por adaptarla a su vehículo.
Cadillac Brougham en su paquete d’Elegance ofrecía la mejor tecnología y el mejor interior posible dentro de la firma. La gran distinción sobre el resto de los automóviles de lujo eran sus asientos de piel con almohadas de una sola pieza. Esto permitía suficiente espacio para transportar hasta 6 personas adultas, tres adelante y tres atrás. Los insertos de madera naturalmente estaban presentes como típico automóvil ochentero de lujo.
La tecnología quizá era lo más impresionante del Brougham. Seguros, asientos, espejos, el aire acondicionado y las ventanas eran todas eléctricas para máximo confort. El control de crucero venía como estándar así como el espejo retrovisor con un dimmer totalmente ajustable para evitar que el coche atrás de ti te deslumbrara mientras ibas conduciendo.
Otro aditamento que estaba presente y que ahora lo encontramos en vehículos de lujo era una cajuela que se cerraba electrónicamente. Para hacerle comprender al cliente lo especial que era su vehículo, las llaves que le entregaban estaban en color dorado, en conmemoración de un coche muy especial.
Brougham estuvo muy poco tiempo en el catálogo de Cadillac hasta ser retirado en 1992. El modelo retornó a la oferta de Fleetwood y culminó con 233,500 ejemplares producidos que al día de hoy son muy raros de encontrar en buen estado. No obstante, en su breve periodo en venta, Brougham demostró exactamente lo que sería el futuro del lujo en la industria automotriz norteamericana.
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