Uno de los principales debates en cuanto a seguridad vial en el mundo tiene que ver con la edad límite de conducción de los adultos mayores para que esta sea segura y no los ponga en riesgo a ellos y al resto de los conductores y peatones.
Hay un fenómeno que está cobrando importancia a nivel mundial y es que se está experimentando una mayor edad de los conductores, esto influye en una mayor siniestralidad vial. ¿Te ha pasado que vas atrás de un auto que circula a una velocidad muy reducida, que da cambios bruscos de dirección o incluso con autos que circulan en sentido contrario? Después descubres que quien va al volante es un adulto mayor. Más allá de reconocer su enorme independencia, hay un momento en el que es importante evaluar nuestras capacidades y reflejos antes de asumir la responsabilidad de ir al volante.
Lo cierto es que los ancianos son conductores prudentes, aunque han perdido reflejos y reaccionan con mayor lentitud ante un imprevisto. Al ir al volante, a menudo se salen del camino y ponen en riesgo tanto su seguridad como la de los demás. El asunto preocupa y el debate entre los expertos se centra en si hay que imponer límites cuando se llega a cierta edad, difícil decisión…
De acuerdo con un estudio de Fundación Mapfre en el que participó el Doctor Alfonso González, geriatra y coordinador del Grupo de Osteoporosis, caídas y fracturas de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG):
“Se puede entrenar a un paciente mayor que parece que ha perdido sus capacidades a la hora de conducir y mejorar esas capacidades y actitudes para que vuelva a hacerlo sin problemas. El envejecimiento de la población hace que haya ancianos activos en todos los aspectos de la vida. Ha aumentado la esperanza de vida, por lo tanto, hay más ancianos conduciendo y, por ello, aumentan las posibilidades de que tengan más accidentes”.
Lo que es cierto es que no se puede generalizar en cuanto a las capacidades de un anciano y por ende limitarlos ya que hay personas con 65 años que están muy deteriorados y que, evidentemente, no deberían conducir. Sin embargo, también hay otras personas entre 80 y 85 años que están en condiciones óptimas para poder hacerlo. No se puede discriminar por la edad en lugar de por las capacidades. Lo que el experto recomienda es someterse a valoraciones médicas exhaustiva y de condiciones.
“Habrá ancianos que sí son reticentes a abandonar la conducción, ya que han estado 40 o 50 años conduciendo, prácticamente toda la vida. El hecho de decirles ahora que no deben conducir puede impactarles psicológica y anímicamente. Hay que tener cuidado con este tipo decisiones”.
Es importante que esta valoración la haga un geriatra ya que tiene una visión integral de los puntos a considerar en los adultos mayores ya que tratan patologías muy diversas como la enfermedad de Parkinson, demencias, pérdida de agudeza, alteraciones los órganos de los sentidos, polimedicación, entre muchos otros padecimientos.
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Se ha detectado que uno de los principales accidentes entre los adultos mayores que conducen son los atropellamientos. Esto tiene una raíz multifactorial ya que hay que tener en cuenta que los pacientes mayores tienen más alteraciones a nivel de órganos de los sentidos, su capacidad visual está disminuida, su audición, sistema de equilibrio y, por supuesto, hay que considerar en la ecuación los fármacos que se están tomando.
El riesgo es que los ancianos intentan suplir la falta de reflejos yendo más despacio, y eso a veces es un problema. El debate está abierto y los expertos consideran lo que está sucediendo en en otros países. En Italia por ejemplo, se plantea retirar la licencia a los mayores de 80 años y, en Japón, se dan premios y promociones comerciales a los mayores que entregan las llaves del coche de forma voluntaria. En algunos estados de EE. UU. también se han aplicado limitaciones por edad, aunque no se ha demostrado su eficacia.
Las diferentes asociaciones encargadas de la seguridad vial en el mundo coinciden en que no deben imponerse por ley límites de edad, pese a que admiten el riesgo en la conducción de los adultos mayores y la preocupación creciente por este asunto. Lo ideal, dicen, no es obligarlos a dejar de manejar, sino convencerlos de que es lo mejor.
Como conclusión podemos decir que la edad para dejar de manejar depende de la condiciones físicas y psicomotoras de cada persona, lo cierto es que tiene que llegar un momento de total honestidad y autoevaluación en el que determinemos si somos capaces de seguir asumiendo la responsabilidad que implica ir al volante de un vehículo con total seguridad. El objetivo es detectar a tiempo los límites y no pretender ir más allá.
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