El sello suizo de relojería es tan importante que Raidillon, a pesar de tener origen belga, lo respeta e incorpora a sus diseños y cajas
En sus marcas, listos, fuera #JuevesDeRelojRacing, y aunque éste sea el grito de salida de los corredores «de a pie», nos complace compartir una conexión más entre el automóvil, la relojería y la velocidad –por supuesto–. Hemos comentado que la relojería de Raidillon obedece a un sentido práctico de dos disciplinas hermanas, separadas por al menos una centena de años, pero que convergen en: mecánica, tecnologías, diseño de materiales y savoir-faire exclusivo de quienes la desarrollan.
El sello suizo de relojería es tan importante que Raidillon, a pesar de tener origen belga, lo respeta e incorpora a sus diseños y cajas tipo vintage salpicados de deportividad clásica.
Cada movimiento presume el Swiss Made y late con una frecuencia confiable a través de la muñeca. El día de hoy toca el turno de hablar respecto a una referencia animada por el calibre de cronógrafo automático Valjoux 7750 a 28,800 a/h, fabricado en caja de –42 mm– acero inoxidable con fondo atornillado y correa de piel de becerro cosida a mano en Bélgica.
Cada una de estas piezas resulta sumamente llamativa para los coleccionistas, quienes podrán disfrutar de una edición limitada a 55 ejemplares, número que hace alusión al dígito máximo de participantes durante una competencia automovilística del legendario autódromo Spa-Francorchamps, sede del Gran Premio de Bélgica.