En redes sociales circulan bastantes videos de accidentes de autos, motociclistas cayendo o peatones tropezando, que nos hacen sacar la carcajada. También hemos visto los compilados de personas intentando hacer ciertas acrobacias, y no solo golpean su vehículo, sino su ego.
Y lo que es increíble, es que en YouTube puedes encontrar un sin fin de canales con compilaciones de fails y choques de autos, con más de 2 millones de reproducciones.
Gracias a estos fanáticos de los fails, existe un popular sitio web que está totalmente dedicado a la publicación de fotos de automóviles caros con abolladuras en la carrocería, cristales rotos y hasta motores quemados. Sin embargo, volvemos a la pregunta inicial ¿Por qué nos gusta ver estas fotos o videos?
No es por hacernos sentir mal. Pero en realidad, cuando estamos viendo fails, vemos como otros la pasan bastante mal. Mientras estamos sentados riéndonos de sus desgracias.
Y aunque no lo creas, esta acción tiene un nombre: schadenfreude. Esta palabra significa literalmente daño-alegría, o mejor explicado, alegría por el daño ajeno. Lo que designa perfectamente el efecto provocado por los fails.
Lo que impulsa todo esto, es el sentimiento de alegría que se llega a generar el ver la tragedia de otros. También puede ser ese pequeño o grande placer que da al ver como un millonario estrella su auto de lujo por utilizarlo de manera imprudente.
Y es que también está relacionado con esa parte social de nosotros, que nos encanta superar a nuestros «supuestos competidores». Este es un mecanismo de supervivencia que conocemos bastante bien. Solo los individuos más fuertes salen adelante o como lo conocemos en México «la ley de la selva».
En el estudio alemán que define y explica esta fascinación por estos accidentes. Lea Boecker, una de las autoras, indica que el schadenfreude es una emoción contraria a la envidia.
«Los fails tienen un efecto terapéutico y reductor de celos». Refiriéndose a que nos estamos comparando inconscientemente con el resto de la gente. Para medir nuestro talento, estatus social e inteligencia.
Al ver estos videos, es como si tuviéramos una voz interna susurrándonos «oye, mira, hay gente más tonta que tú«.
Foto de portada: fordauthority.com
Con esto no estoy diciendo que todo mundo debería de dejar de ver videos. Más bien, es analizar justo esa emoción que alimenta a nuestro ego interno y a la vez nos saca una gran carcajada. El reto aquí, es que simplemente dejemos de compararnos y continuar a nuestro ritmo con las capacidades que tenemos.
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