Desde muy temprano los aficionados al deporte motor mexicanos abandonaron la comodidad de sus camas, muchos olvidaron el desayuno, otros más, desde la noche, previa dejaron listo su traje de gala, una chamarra, la sudadera, la playera y, desde luego, la gorra del equipo Infiniti Red Bull Racing. Había llegado la hora de ver a dos monoplazas en acción en el Zócalo de la Ciudad de México, una cita que nadie que se precie de ser fanático de la Fórmula 1 podía perderse.
La ocasión más reciente en la que vimos a un monoplaza de la máxima categoría dar una exhibición en el Distrito Federal se remonta a 2008, con el equipo Renault, en un memorable espectáculo en Paseo de la Reforma.
Ahora no sólo veríamos a dos bólidos del Infiniti Red Bull Racing, sino a dos pilotos del Gran Circo demostrar sus habilidades en el primer cuadro de la ciudad. Daniel Ricciardo y Carlos Sainz estarían en los controles del monoplaza RB7, el cual, en la temporada 2011, dejó mordiendo el polvo a sus rivales dándole al equipo austriaco los campeonatos de pilotos y constructores.
Eran cerca de las 9:00 AM y el Zócalo ya estaba abarrotado, en las tribunas no cabía ni un alfiler, los restaurantes cercanos hacían su agosto con comensales que pedían cualquier cosa con tal de tener el privilegio de ocupar los balcones, mientras que la gente se arremolinaba en las vallas alrededor del inusual circuito por donde pasarían los bólidos.
A las 10:30 un estruendo calló a todos los espectadores, Carlos Sainz, piloto del equipo Toro Rosso, en los controles del RB7 hizo rugir su motor V8, provisto por Renault, llevándonos a tiempos en que los autos eran unos auténticos leones y dejaba, por un momento, en el olvido el ronroneo de los actuales, que suenan como tiernos gatitos. La fiesta de la Fórmula 1 había arrancado.
Vuelta tras vuelta la afición aplaudía, vitoreaba, vibraba y enloquecía con la potencia que desarrollaba la bestia del Infiniti Red Bull Racing.
El turno de Daniel Ricciardo fue memorable, con la eterna sonrisa de oreja a oreja que lo caracteriza salió a dar sus vueltas y a llevarse el reconocimiento de los asistentes. Serían cerca de 30 giros los que dieron los autos de F1 en el Zócalo, para después dar paso a una emocionante demostración de un Trophy Truck, con el piloto mexicano y ganador de la Baja 1000, Gustavo Vildósola, un desfile de los autos más emblemáticos del Club Renault México y, desde luego, los Infiniti Q50. Una sorpresa que nadie imaginaba estaba por llegar.
Fuego en el asfalto
Para cerrar con broche de oro el evento todos los autos, sí, todos, se lanzaron a cubrir el circuito del Zócalo acelerando a fondo y dejándonos con la boca abierta nadie esperaba que eso ocurriera, ni mucho menos que entregaran hasta el último de sus caballos en el pavimento. Las tradicionales donas de los F1 le pusieron punto final al evento.
Según las autoridades se calcula que más de 130 mil personas se dieron cita alrededor de los 1.2 kilómetros que tuvo el circuito en la Plaza de la Constitución, es decir, si los hubieran metido al autódromo Hermanos Rodríguez habrían faltado 20 mil asientos, ya que la capacidad del renovado recinto de la velocidad nacional será de 110 mil almas.
Aún habrá más actividades previas al arranque del Gran Premio de México, que se llevará a cabo del 30 de octubre al 1 de noviembre, pero con lo demostrado ayer quedó claro que la afición mexicana está más que lista para demostrarle al mundo que en México las cosas se hacen a lo grande. Calentemos motores.
Volkswagen de México ha alcanzado una de las mayores ventas de camionetas en el mercado…
George Russell superó a su compañero de equipo Lewis Hamilton en el doblete de Mercedes…
George Russell cumplió con el alentador ritmo de práctica de Mercedes para vencer a Carlos…
Con un diseño renovado, más tecnología e innovación, debuta el nuevo Kia Sportage 2026, estará…
En el Autoshow de los Ángeles, Hyundai presentó el nuevo IONIQ 9, un SUV totalmente…
Los SUV continúan con tendencia en crecimiento. Son modelos de alta tecnología, seguridad y confort.…