Pensaríamos que conducir a exceso de velocidad, bajo influencia de alcohol y distraído en el celular, son las causas más comunes de accidentes automovilísticos. Pero al parecer no...
Muchas estadísticas comprueban que conducir a exceso de velocidad, estar distraído con el celular o manejar borracho, son las principales causas por las cuales la gente llega a elevar el riesgo de experimentar un accidente en el camino. Sin embargo, una reciente investigación, comprobó que manejar triste es mucho más riesgoso que hacerlo bajo la influencia del alcohol.
En todos lados escuchamos todo tipo de noticias, es más, ya van varias pláticas que tengo con conductores de UBER que ya son «normales» este tipo de incidentes, debido a que son cada vez más recurrentes. De hecho, de enero a noviembre de 2017, en México mueren diario 32 personas por accidentes automovilísticos. Este número sigue en aumento desde 2015, que eran 30.3 casos diarios, de acuerdo con los datos estadísticos del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP).
Si lo pensamos bien, es una cifra bastante elevada, tomando en cuenta que estas tragedias podrían evitarse si los conductores fueran un poco más responsables en el camino, ya que no solo peligra su vida sino la de los pasajeros. Lo que es sorprendente, es que a pesar de que la gente sepa, no toma conciencia de esto; lo que me hace pensar, que estos accidentes tienen un origen más profundo.
Un estudio de conducción basado en colisiones, afirma que conducir bajo estados emocionales alterados, como el enojo o la tristeza, son factores de distracción que elevan el riesgo de accidente hasta 10 veces. Mostró que los conductores enojados, tristes, que están llorando o agitados emocionalmente, aumentan el riesgo de tener un accidente cuando se ponen detrás del volante. Y bueno, si lo combinan con ingesta de alcohol o estar distraídos con el teléfono móvil, podrían duplicar las posibilidades.
«Estos hallazgos son importantes porque vemos una población más joven de conductores, especialmente adolescentes, que son más propensos a participar en actividades que distraen mientras conducen», dijo Tom Dingus, director del Instituto de Transporte de Virginia Tech.
Del recuento total de choques representado en los datos, 905 de los incidentes fueron colisiones de alta gravedad que involucraron lesiones o daños a la propiedad. Y casi el 90 por ciento de estos eventos de choque incluyeron factores relacionados con el conductor, como fatiga, deterioro o distracción.
El peligro real radica en que, cuando estamos tristes, angustiados, enojados o alterados emocionalmente, tendemos a estar enfocados en la situación que nos está agobiando. En lugar de estar al atentos al camino, tendemos a estar viendo como salir del problema, a veces reaccionamos de manera impulsiva y/o en otras ocasiones, podemos hacer caso omiso a los señalamientos o a la velocidad porque lo único que importa es lo que estamos sintiendo.
«Para manejar, se necesita cierto grado de tranquilidad, con el fin de hacerlo a la velocidad adecuada, estar pendiente de los otros vehículos y las señales de tránsito».
Ahora, no podemos evitar que nos pasen situaciones que nos hagan sentir mal, tristes, deprimidos, enojados, entre otras emociones. El reprimirlas para poder manejar «bien» y llegar «seguro» a casa no va a ayudarte, al contrario. Lo que te recomendamos, es hacerte consciente de que es normal que pasen cosas en nuestra vida, y por más que queramos irnos a otro lugar, no podemos ponernos detrás del volante si estamos experimentando emociones alteradas.
Foto: videoblocks.com // Foto de portada: social.ford.co.uk
Todo accidente se puede prevenir, el conductor es responsable de lo que ocurrirá desde que se sube al auto y empieza a conducir. Asimismo, sus acompañantes deben desempeñar funciones importantes, como prevenirlo de cualquier peligro latente que ponga en riesgo su seguridad. Tanto piloto como copiloto y/o pasajeros deben ser responsables de viajar con la atención bien puesta en el camino.