Una de las más grandes intrigas con respecto a los autos que conducen solos está relacionada con el famoso dilema ético, en el cual se debate cuál debería ser la decisión más adecuada por parte de un vehículo autónomo en escenarios hipotéticos donde están en riesgo muchas vidas.
¿A quiénes debería salvar y sacrificar estos autos? A un grupo de peatones que cruzan la calle, a los pasajeros dentro del auto, a un peatón en la banqueta o más difícil aún, a niños o ancianos. ¿Y cómo cambiaría tu perspectiva si fueran tus familiares?
Este dilema ha representado, en los últimos años, uno de los mayores desafíos en materia de seguridad de estos autos.
Sin embargo, un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Tecnología de Chalmers y Universidad de Gotemburgo , denominado «Ethical and Social Aspects of Self-Driving Cars» (Aspectos éticos y sociales de los autos de conducción autónoma), han elaborado un nuevo planteamiento al respecto.
Los expertos del estudio plantean que el enfoque del análisis no debe estar puesto sobre estos escenarios hipotéticos engañosos, aparentemente sin solución, tal como es el caso del dilema ético.
Por el contrario, argumentan que es necesario un enfoque ético que se centre en el análisis de problemas complejos de ingeniería del mundo real.
Dicho en otras palabras, es indispensable seguir y establecer ciertas pautas y lineamientos que respondan preguntas objetivas, tales como:
¿Cómo se debe probar un auto que conduce solo?
¿Qué pautas deben cumplirse para garantizar que su uso sea seguro?
¿Cuáles deberían ser los nuevos estándares de seguridad?
¿Bajo qué medidas se podría certificar un software de estos autos?
¿Debería un automóvil autónomo obtener una licencia de conducir y si sí, cómo sería?
¿Debería haber una organización independiente para verificarlos? Pero, ¿podría realmente ser revisado?
Aunque esto parezca sencillo, en realidad no lo es. Para empezar, quienes realmente conocen el funcionamiento de los software de estos autos son los desarrolladores de los fabricantes automotrices.
A su vez, la legislación actual se centra en que los vehículos demuestren que cumplen con la normativa durante su fase de pruebas, pero ¿qué tan confiable es si tomamos en cuenta que el software de estos vehículos continúa aprendiendo y evolucionando?
Otro problema real a enfrentar es la calidad del equipamiento utilizado, especialmente en radares, cámaras y sensores.
Los radares láser son muy caros porque son más sensibles a las condiciones climáticas.
Sin embargo, debido a su alto precio, ¿debería un fabricante de automóviles elegir un sensor barato sobre uno caro para reducir el precio final, incluso si esto aumenta la probabilidad de errores (que se traduce en pérdidas humanas y materiales)?
Finalmente, tal como establece el estudio, esto ya sucede actualmente con variaciones en la calidad de los frenos y diversos sistemas de seguridad.
Por último, otras temáticas de análisis giran en torno a si las personas deberían tener la opción de tomar el control del vehículo bajo ciertas condiciones y cómo deberían regularse esta intervenciones.
Primeramente, es necesario que los autos autónomos sean considerablemente más seguros que aquéllos conducidos por humanos.
También, el estudio sugiere que es necesario asegurar los medios para garantizar que la seguridad no se sacrifique debido a otros aspectos (como costos).
A su vez, debe especificarse cómo se comportará un automóvil cuando éste no pueda manejar de manera autónoma, así como el tipo de relación e interacción que tendrá con la policía.
Por último, se deben establecer las técnicas y estándares que garanticen la seguridad en estos autos, tomando en cuenta que continuamente estarán actualizando su software.
Debido a que estos vehículos no sólo revolucionarán la movilidad, sino la sociedad tal como la conocemos, su implementación debe abordarse desde diversas perspectivas, como la económica, social, ingeniería, diseño, informática y, especialmente, la ética.
Esta discusión debe contemplar todas las partes interesadas y a todos los participantes, así como su enfoque debe estar situado en lo técnicamente posible en relación con lo éticamente justificado.
Tal como este estudio plantea, el momento para investigar y analizar los desafíos éticos y las consecuencias sociales de esta tecnología es ahora, en la medida que está siendo desarrollada y en fase de prueba.
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