Los caballos de potencia es la medida en la que todos pensamos para determinar qué tan veloz es un coche. “Mientras más alto sea el número, mejor”, ¿cierto? Pero la realidad es que este factor no necesariamente es el más importante. Porque cuando se trata de disfrutar al máximo tu vehículo en el mundo real, hay tres factores adicionales que debes considerar.
Los caballos de potencia están íntimamente asociados con la velocidad tope de tu coche. Coches como el Bugatti Chiron alcanzan una velocidad máxima de hasta 420 kilómetros por hora gracias a sus motores brutales enfocados a la potencia. En esta caso, un W-16 con la brutal cifra de 1,479 HP. Wow.
Pero seamos sinceros. ¿Cuándo vas a utilizar toda esa potencia en la vida real? La respuesta es casi nunca. Al menos que vayas constantemente a manejar en pista, la realidad es que este número será muy anecdótico la mayoría de las veces. Por ello, considera que existe una cuestión que sí te servirá en manejo en carretera: tu aceleración.
Mientras menos segundos te tome hacer una aceleración del 0-100 kilómetros por hora, más rápido te sentirás en el camino. Una gran aceleración se logra mediante la combinación del torque que produce tu carro así como el tipo de tracción con la que cuentas.
Mientras más tracción tengas (preferiblemente a las cuatro llantas) y más alto sea tu torque, mejor aceleración tendrás. Que tu coche se sienta que puede salir de la línea rápidamente será mucho más notorio que tener una velocidad tope muy alta que muy pocas veces podrás realmente experimentar.
Cuando los fabricantes agregan caballos de potencia a un coche, sacrifican un factor importantísimo: el peso total del vehículo aumenta notablemente. Las marcas están obligadas a aumentar el peso del motor para erogar más caballos de fuerza. Esto se debe a que más potencia forzosamente significa más cilindros, mayor tamaño y mayor número de componentes.
Por ello, te darás cuenta de que fabricantes súper deportivos como McLaren con su Speedtail y Ferrari con el 296 GTS han reducido notablemente el número de cilindros y sacrificado potencia con tal de mantener el peso del coche bajo. Combinado con los principios de aerodinámica, un coche con menor peso se manejará mejor en las curvas y por lo tanto será más fácil llevarlo al límite. ¡No ignores el peso de tu coche!
Aunque no lo creas, otro factor fundamental en la rapidez de tu coche tiene que ver con los frenos que porta. Como ejemplo, imaginemos que cuentas con dos coches con exactamente los mismos números. Tienen el mismo peso, los mismos caballos de potencia, el mismo torque e incluso la misma forma aerodinámica.
Literalmente la única diferencia será que uno cuenta con frenos de disco tradicionales y el otro tiene frenos de carbocerámica. Pues si los pusieras a competir en un circuito, el segundo vehículo ganaría la carrera.
Esto se debe a que frenar más rápido y de forma más eficiente le permite al coche regresar a una alta velocidad lo más rápido posible. Mientras tanto, el coche con frenos de disco tradicionales le toma más tiempo frenar y por ende tiempo sacrificado que podría utilizarse para aumentar velocidad.
Combinando los factores de un peso reducido, una buena aceleración producida gracias a un buen torque y buena tracción y contar con frenos de alta calidad tendrán una alta determinación en la velocidad de tu coche. Recuerda que los caballos de fuerza sí juegan un papel importante en la ecuación. No lo estamos negando. Simplemente sugerimos que si lo que buscas es un coche veloz y divertido, los caballos de potencia no son el único factor que debes considerar.
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