Un segmento como el de los compactos es tan atractivo que ni Mercedes-Benz lo pudo ignorar. En 1997, Mercedes-Benz Clase A se convirtió en el primer súper compacto en la historia de la firma alemana. Y ante su éxito notable, este modelo ha pasado por evoluciones constantes y al día de hoy continúa su fabricación por parte de la marca teutona.
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Fue en 1994 cuando comenzaron las primeras pláticas internas sobre Mercedes-Benz Clase A. Al notar el enorme éxito del resto de fabricantes europeos en el segmento de los compactos, la firma alemana sabía que no podía quedarse atrás. La idea inicial era traer un nuevo vehículo que fuera todavía más pequeño que el compacto típico en la industria. Sin embargo, debía preservar un buen espacio interior así como su practicidad.
El primer concepto del carro se anunció a la prensa en 1996 para que un año después se presentara en el Motor Show de Frankfurt. Llamado internamente como el W168 Clase A, utilizaba una tracción frontal muy inusual para la marca en ese entonces.
Uno de sus principales llamativos fue su icónica silueta realizada por Steve Mattin, ganador al premio del “diseñador del año” por parte de la revista Autocar. Histórico dentro de la firma de la estrella, Mattin fue responsable de coches como el SLR McLaren, los Maybach Mercedes y el Clase S producido en los años de 2003 a 2005.
Mercedes-Benz Clase A finalmente inició su producción en agosto de 1997. Fabricado en Alemania, Brasil y Tailandia, fue exportado a múltiples mercados incluyendo el mexicano con una única configuración de 5 puertas hatchback.
El coche contaba con 6 opciones de motores a gasolina de 1.4 litros hasta prototipos de 3.8 litros AMG más una opción a diesel. Esto implicaba una velocidad máxima de 170 kilómetros por hora y 80 HP en las versiones estándar del vehículo. Para el prototipo AMG el coche lograba 230 kilómetros por hora con 249 HP, una cifra sin duda alguna impresionante.
Disponible con una caja manual o automática de 5 velocidades, el Clase A destacó por su longitud de apenas 3.6 metros, un ancho de 1.7 metros y una altura de 1.5 metros. Con tales dimensiones el pequeño cochecito se distinguió inmediatamente por ser uno de los coches más pequeños del mercado al momento.
A pesar del notable interés de los clientes, existieron varios problemas con el vehículo. Principalmente, en la famosa “prueba del alce” donde el coche examinado debe hacer un giro marcado para evitar un accidente, en la prueba el coche se dio la vuelta. Ante esto, la marca suspendió las ventas durante 3 meses para adaptar control dinámico de estabilidad. Aunque el problema se solucionó, debido a que el modelo utilizaba una totalmente nueva y costosa arquitectura, la marca perdía aproximadamente 1,440 euros por cada ejemplar vendido.
Sin embargo, el Clase A fue un éxito total para la marca. Entre 1997 y 2004 en la primera generación de Clase A, la firma teutona vendió 1.1 millones de ejemplares en todo el mundo. Fue tan grande el éxito que la marca utilizó el Clase A para experimentar con motores de hidrógeno en 2004. Posteriormente, el coche sería totalmente revitalizado para una segunda generación. Desde entonces, este cochecito se convertiría en uno de los integrantes establecidos dentro del portafolio de Mercedes-Benz.
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