El Cadillac Allanté nació en 1987 con la pretensión de devolverle el estatus aspiracional a la marca de origen norteamericano. Cadillac necesitaba ser nuevamente una referencia en el mercado de lujo en los 80. Y el sector que más les llamó la atención en el momento fue el de los convertibles.
Sus principales rivales al momento eran el Mercedes-Benz SL así como el Jaguar XJS; ambos europeos ya consolidados en el mercado y con gran historia. Por ello, Cadillac sabía que para llamarle la atención a los clientes tendría que hacer algo radicalmente distinto.
El prestigio europeo de los competidores de Cadillac Allanté sería sin duda alguna un obstáculo casi imposible de superar. ¿Cuál fue la solución de General Motors? Contratar al legendario diseñador de carrocerías Pininfarina para diseñarles un nuevo coche con total libertad. Así es. El constructor que se dedicaba principalmente al desarrollo de modelos Ferrari fue el autor del Allanté.
La construcción se llevó a cabo al 100% en Canavese, Italia. La intención de esto no solo fue darle total libertad a Pininfarina sino que GM pudiese decir que el coche tenía pedigree italiano. Pero lo más raro de esto fue que una vez terminada la carrocería, los ejemplares eran enviados desde un Boeing 747 especialmente modificado de Italia directamente a la planta en Detroit, Michigan para los toques finales.
Esta peculiar estrategia de General Motors tuvo consecuencias notables en el precio. Mientras que el SL costaba el equivalente a más o menos 64,000 dólares ajustados a la inflación actual, el Allanté superaba los 130,000 dólares para su modelo base.
En su debut en el año de 1987, Cadillac Allanté se presentó en una configuración inesperada. Contaba con una tracción delantera, caja de 4 velocidades automática, techo removible de aluminio y 4 frenos de disco. Montaría un motor HT-Cadillac 4100 V8 de 4.1 litros que erogaba 170 caballos de potencia.
Nada de esto fue lo que más le llamó la atención a la gente del Allanté. Todo tenía que ver con sus peculiaridades al interior.
Entregado con una llave chapada en oro, los clientes recibían una consola central orientada al conductor con funciones como aire acondicionado, fechador, rango de combustible y rango recorrido; todas bastante inusuales para un convertible. Sin embargo, dos cosas lo separaron por completo de su competencia. Fue uno de los primeros coches en la historia en incluir un reproductor de CD’s así como un cluster de instrumentos totalmente digital.
Cadillac Allanté se mantuvo virtualmente inalterado hasta que en 1989 la marca norteamericana decidió aumentar su caballaje una vez más. Se reemplazó el motor original por un V8 de ahora 4.5 litros con 200 caballos de potencia y 270 libras pie de torque. Otro aditamento especial que recibió fue un damper automático para hacer más firme la suspensión a 40 y 100 kilómetros por hora.
En 1990, Cadillac también decidió reducir el precio del vehículo adaptándolo con un techo de tela, reemplazando el techo removible de aluminio. Aditamentos especiales que incluyó esta nueva versión fueron asientos Recaro y una garantía de 7 años, superando a cualquier otro Cadillac del mercado.
No contentos con su motor actual, Cadillac Allanté recibiría una actualización final brutal. La marca adaptó el legendario Northstar DOHC V8 de 4.6 litros, un motor que erogaba 295 caballos de potencia y 290 libras pie de torque. Este monstruo le permitió conseguir una aceleración de 0-100 en menos de 6 segundos; cifra totalmente imprevistas sobre todo para un coche de caja automática.
Esta generación también adicionó sistemas como dirección asistida, dampers automáticos, frenos de disco totalmente nuevos, colores totalmente nuevos y una suspensión MagneRide que utilizaba amortiguadores adaptativos. 1993 sin duda sería el mejor año para Allanté, vendiendo 4,670 vehículos donde 115 fueron destinados a exportación.
Desgraciadamente, no fue suficiente. Con 21,000 vehículos totales vendidos en aproximadamente 6 años, el Allanté fue sorprendentemente descontinuado por General Motors ese mismo año. Desde entonces, ningún otro convertible de Cadillac ha tenido la misma ambición de convertirse en el GT de referencia. Sin embargo, lo seguimos recordando como uno de los vehículos más bellos en la historia de Cadillac.
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