Cuando General Motors comenzó a padecer de falta de modelos enfocados a los entusiastas en la década de los ochenta, Pontiac Fiero vino a rescatar esa emoción perdida con un gran golpe. Este icónico roadster de dos puertas se trata del primer coche con motor central por parte de Pontiac desde 1938.
Con la misión de demostrar las capacidades del fabricante, se trajo a los innovadores diseñadores George Milidrag y Hulki Aldikacti para brindar una alternativa al mercado deportivo. Su composición hecha por múltiples paneles, luces ocultas delanteras y un diseño súper aerodinámico cautivó al mundo automotriz. Este vehículo nacido 6 años antes que el Mazda MX-5, parecía tener la fórmula de ser todo un éxito en el mercado.
Pontiac Fiero se planteó como el modelo de General Motors diseñado para atraer a los consumidores más jóvenes en búsqueda de un coche más emocionante. Sin embargo, los ingenieros no querían que superara en cuanto a potencia al Chevrolet Corvette y se comiera su mercado. Esto aunado a la crisis petrolera de los setentas hizo que Fiero se planteara como vehículo de uso diario económico para los clientes pero más emocionante en diseño que la oferta típica dentro del grupo.
El prototipo se construyó en menos de 6 años y se aprobó para su producción en 1984. La primer decisión para resaltarlo fue adaptar una configuración de motor central, presente típicamente en coches al cuádruple de precio. Sin embargo, se limitó a una sola opción de motorización para el cliente. Un 2.5 litros de 4 cilindros con 95 HP.
Otro factor que destacó inmediatamente al Pontiac Fiero fue su diseño extravagante. El presupuesto para su diseño fue de 400 millones de dólares, una fracción a lo que normalmente gastaba la marca en traer un nuevo vehículo dentro de sus líneas.
El diseñador turco Hulki Aldikacti se volvió impopular dentro del mundo burocrático de GM por su filosofía de utilizar métodos de diseño poco ortodoxos. Las líneas exteriores estaban planteadas para ser lo más aerodinámicas posibles, aumentando el costo del coche. Se remató esto con la adaptación de luces centrales ocultas, una sola barra en los faros traseros con el logo de Pontiac que se encendía en rojo al pisar el freno y un alerón trasero.
Los resultados fueron muy bien recibidos por parte de los entusiastas. Por ello, se seleccionó el nombre Fiero para destacar el orgullo que tenía GM del vehículo. Y fue así que dentro de su primer año en el mercado, superó en ventas a su principal competidor el Toyota MR2 dentro del mercado norteamericano.
Pontiac Fiero llegó en 1984 con alta expectativa del público gracias a su configuración de motor y estética agresiva. En algún punto, incluso se comparó con el Ferrari 308GTB por su configuración aunque claramente no por su velocidad.
Por ello, General Motors mantuvo al Fiero virtualmente inalterado durante su participación inicial en el mercado. Sin embargo, debido a su baja velocidad y una plataforma compartida con el poco emocionante Phoenix, Fiero tuvo que ofrecer algo más. Para 1985, se adaptó un nuevo motor V6 de 2.8 litros con 140 caballos de potencia, es decir 43 más que el modelo base, además de una mejor suspensión y llantas más anchas.
Finalmente, en 1988, llegaría el año con el mayor número de cambios a su diseño original. Para brindar todavía más beneficio a ese motor central, Pontiac adaptó a la suspensión nuevos cálipers y frenos totalmente nuevos. Además de generar una reducción de costos enormes en producción, esta iteración se le consideró el mejor Fiero de la historia.
A pesar de brindar el mejor Pontiac Fiero hasta ahora, su modelo de 1988 sería la última iteración del vehículo. GM lo retiró del catálogo al darse cuenta que el número de ventas iba bajando y que las críticas al coche en cuanto a velocidad y confiabilidad lo habían lastimado mucho.
Lo sorprendente fue que al día de hoy Fiero preserva un seguimiento de culto entre entusiastas. Los 370,000 ejemplares vendidos a lo largo de casi 5 años se consideran al día de hoy un objeto de colección y han aumentado de precio notablemente en el mercado de segunda mano. A pesar de todo, Fiero sin duda permanece como un digno representante de la emoción que llegó a traer el extinto fabricante Pontiac a uno de los grupos automotrices más poderosos en el mundo.
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