Cuando el golpe de nostalgia me pega muy feo, inevitablemente regreso a pensar en el sedán lujoso de cuatro puertas que simplemente no recibe la atención de los mercados modernos que antes tenía. Ford Grand Marquis fue durante 31 años la representación en nuestro país de ese tipo de vehículos.
Analizando de cerca este #ViernesVintage un coche como éste, nos demuestra a lo largo de sus generaciones cómo el vehículo de lujo clásico mantuvo su esencia en búsqueda del confort pero siempre evolucionando tanto en estética como equipamiento.
Es curioso decir que cuando Ford Grand Marquis debutó en el catálogo de la marca en 1975 ya contaba con competencia interna. A pesar de ser ofrecido bajo la insignia Mercury (la división de lujo en Ford), tomaba como base la plataforma Panther que otorgó muchísimas similitudes con vehículos como Lincoln Town Car y LTD Crown Victoria, otros representantes del lujo en el fabricante norteamericano.
No obstante, el “gran marqués” pasaría a la historia por convertirse eventualmente en la primera opción dentro de Ford para el sedán de gran tamaño. Su competencia externa en ese momento eran coches como Buick Electra 225, Chrysler New Yorker Brougham, Oldsmobile Ninety Eight y Chevrolet Caprice. Es decir, iba con todo para competir en el mercado del sedán clásico norteamericano de lujo.
Para ello, el look del sedán clásico también se adaptó en Grand Marquis. Su chasís de larguero y travesaños que se atornillaban en la carrocería evitó a la marca utilizar un chasís monocasco. Obviamente, contar con un motor V8 y transmisión automática eran básicamente obligatorios para un carro de estas características.
Ford Grand Marquis debutó en 1975 principalmente utilizado para denominar la versión más equipada de sus hermanos LTD Crown Victoria y Lincoln Continental. Sin embargo, a partir de 1979, el carro pasó a consolidarse como la referencia entre los tres.
Sus motores Windsor de 5 o 5.8 litros fueron las primeras opciones de oferta en las carrocerías que empezó en solamente dos variaciones: coupé de dos puertas y sedán de 4. Cabe destacar que en 1983 se probó una versión estilo vagoneta que fue descartada casi de inmediato. Pronto le seguiría su hermano coupé, que tras solo 4,904 modelos producidos, también fue eliminado del catalogo.
Sin embargo, Grand Marquis mantuvo un sensacional desempeño en ventas. Tanto así que Ford de México no pudo ignorarlo más. En 1982, se decidió importar a nuestro país para eventualmente sustituir al LTD Crown Victoria. Por supuesto, al no ser reconocible la división Mercury como tal en nuestro país, se puso en venta bajo la marca Ford.
Con todo y las lindas promesas, el coche duraría muy poco en nuestro país. Tan solo dos después de su inserción en el mercado mexicano, las ventas fueron suspendidas debido a la decisión del gobierno de prohibir la venta de los V8 en nuestro país. ¿A poco eso sería todo?
El lanzamiento de la segunda generación de Ford Grand Marquis en 1992 permitió el renacimiento en México del coche, incluso a fabricarlo en México durante dos años. La fama de este automóvil lujoso permaneció básicamente intocable, aparte de venir todavía más grande y más equipado que nunca.
Fue la etapa de cambios extensivos en la línea Panther de Ford, Mercury y Lincoln. Grand Marquis y LTD Crown Victoria en Estados Unidos pasaron a ser virtualmente gemelos idénticos, respondiendo a la estrategia proveniente de nuestro vecino del norte. El vehículo pasó a tomar una estética respondiendo a necesidades aerodinámicas y de eficiencia de combustible.
Sorpresivamente, o por lo menos para mí, la gente de mercadotecnia enfocó al coche para el mercado más joven que buscaba más espacio del que encontraría en Sable o Taurus. Además, esta vez retornó a México el motor V8 del momento, aunque con menor cilindrada (4.6 litros) para mantener esa eficiencia como prioridad.
Revisiones a la suspensión aparte mejoraron la experiencia de conducción que muchas veces la he escuchado descrita como: “se manejaba como si estuvieras en una lancha”. Además de eso, frenos ABS llegaron como opción además de un control de tracción. Incluso para sus versiones todavía más lujosas, el Ford Keyless Entry System se adaptó para cerrar las puertas de forma remota.
A finales de 1997, Ford Grand Marquis era el representante imbatible del coche fifí de los noventas. Con Buick Roadmaster y Caprice retirados de la carrera, el coche básicamente contaba con carta blanca durante la introducción de su tercera generación en 1998.
En lo esencial, era el mismo vehículo pero con un aspecto más moderno, una carrocería más estilizada, y una parrilla más ancha en el frontal. Pese que el automóvil lucía los emblemas de Mercury, se le instaló un óvalo de Ford en la puerta de la cajuela en nuestro país.
Para 2002, los frenos ABS se volvieron estándar en el vehículo a pesar de que el control de tracción permaneció como una opción. Retornando también a un 4.6 litros V8 modular de caja automática de 4 velocidades, ahora la potencia se aumentó a 200 caballos de manera estándar.
En cuanto al exterior, se eliminó los detalles de cromo mientras que el interior permanecía básicamente sin cambios mayores excepto la adición de un reloj digital en la consola.
En 2003, veríamos la última generación de Ford Grand Marquis no sólo en México sino en todo el mundo después de 35 años de éxito total; nuevamente con una actualización brutal en estética.
El motor modular V8 introducido en 2001 regresó pero con un incremento a la potencia, ahora de 220 HP. La descontinuación se decidió en 2010 debido a la terminación total de la marca Mercury después de 72 años de existencia sumando en total 2,716,679 unidades producidas de Grand Marquis.
Curiosamente, su diseño del 2006 nunca llegaría a nuestro país a pesar de terminar su venta en 2011, más o menos al mismo tiempo que en Estados Unidos. En México, su despedida coincidió con la introducción de Ford Five Hundred como su reemplazo que tristemente nunca llegó al nivel de popularidad tan notable del gran marqués.
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