Hablamos tanto de potencia, de hp´s y de bloques de alto desempeño, o de eficiencia en el consumo, inyección directa, etc, pero lo que sucede es lo siguiente.
Hablamos tanto de potencia, de hp´s y de bloques de alto desempeño, o de eficiencia en el consumo, inyección directa, etc, pero lo que sucede es lo siguiente:
Motor: definido como la parte sistemática de una máquina capaz de hacer funcionar a algún sistema mediante la transformación de energía. No obstante, en el terreno automotriz este efecto es la fuerza que hará que el automóvil camine con mayor o menor velocidad que algún otro.
Así de sencillo, pero en realidad no lo es tanto. Los motores a combustión se dividen en combustión interna y externa, además de eléctricos o térmicos. Pero nos centraremos en los utilizados –mayormente– por la industria:
Combustión interna: se produce la combustión al transformar la energía química de un fluido (combustible: gasolina, diésel) en energía términa, la cual generará energía mecánica que finalmente le impulsará. Lo que sucede es que la mezcla de gasolina y aire con oxígeno serán detonados por una chispa que determinará una explosión al interior de un conjunto de piezas móviles, la cual empujará las mismas y se aprovechará para ser trasladada a las ruedas.
Motores eléctricos: utilizarán la inducción electromagnética que será producto de la electricidad para detonar un movimiento, esto según la constitución del motor. La energía básicamente se obtiene por una corriente eléctrica.
Sumados conforman lo que conocemos como un sistema híbrido, que se beneficiará de la entrega directa de energía por parte del eléctrico y la potencia y durabilidad de un motor a gasolina o diésel.
Ahora bien, habrá que tomar en cuenta ciertas características como: el rendimiento (potencia útil generada), la velocidad de giro (rpm), potencia (en caballos de fuerza), el par (Nm o libras pie) y su estabilidad (marcha del motor a cierta velocidad)