Cuando se realizan ajustes o medidas fiscales a fin de captar recursos adicionales a la simple acción de compra de un nuevo vehículo por considerarlo del tipo premium, como sucede en nuestro bello país, las opciones pueden abrirle el panorama y no limitar su decisión por un vehículo más económico porque no le alcanza para los impuestos. De ahí la importancia de conocer lo que el arrendamiento puro y financiero le ofrecen.
En la Ciudad de México, por ejemplo, si usted quiere comprar un auto con valor factura mayor a los 250 mil pesos, o depreciado en este rango, continuará pagando la famosa Tenencia Vehicular, que es un impuesto por poseer un vehículo y utilizarlo, mismo que puede variar de acuerdo a cada estado de la República. En el Estado de México el valor es de hasta $350,000 pesos.
La opción del arrendamiento puro servirá a todo contribuyente que necesite un vehículo para completar su actividad profesional pero, en lugar de comprar el bien (en este caso el automotor), usted estará rentándolo con pagos periódicos, mientras que la financiera-distribuidora, entregará el vehículo a cambio de este tipo de pagos que, entre otras cosas permite deducir impuestos y, en dado caso de no desear comprar la unidad al finalizar el contrato, usted podrá abrir uno nuevo a fin de gozar de un flamante vehículo de acuerdo al plazo que más le convenga, olvidándose del «Hoy no circula», pero lo más importante, de acudir al mecánico por averías naturales de acuerdo a los años de trabajo del coche.
Puro. Deducible al 100% de manera inmediata, se puede financiar el 100% de acuerdo a las necesidades económicas del comprador y es mucho más fácil de incluir en el portafolio administrativo del registro contable, posicionándolo como renta directa al rubro de gastos.
Financiero. El arrendatario no utiliza recursos propios para adquirir el bien, el arrendador es propietario legal y fiscal del bien. El arrendatario puede deducir el 100% de los intereses pagados como gasto financiero, pagando el IVA total durante el plazo del arrendamiento, y el arrendatario puede también deducir cualquier tipo de gasto del vehículo, en este caso, como la gasolina, refacciones, servicios.
La mayor diferencia entre estos, reside en que el arrendamiento puro no contempla la posibilidad de compra del bien al finalizar el contrato, mientras que el financiero, sí, de acuerdo al valor residual del activo. En el arrendamiento puro se cuenta con la ventaja de contar con beneficios fiscales puesto que podemos mandar los gastos por concepto de arrendamiento a deducciones de ISR (Impuesto Sobre la Renta) al tiempo de disminuir nuestra renta gravable, y contar con un automotor renovado al término del contrato.
Nuestro consejo es: pregunte por estas opciones cuando se va a adquirir un automotor. Si bien la mejor manera de obtener un precio bajo es el pago de contado, podrá utilizar su vehículo para no castigar sus finanzas debido al pago de impuestos –excesivo–.
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