“Siento un fuerte momento de crisis», declaración que realizó el presidente de la compañía, Akio Toyoda, hace un mes. Ahora, Toyota anuncia que podría considerar «fusionarse» para adquirir nueva tecnología automotriz, con el fin de alinearse competitivamente a la carrera de la conducción autónoma. ¿Cuáles son los duros desafíos por los que está atravesando la compañía?
Una nueva era para la industria automotriz
La industria automotriz no es la única que se siente amenazada ante el cambio de paradigma tecnológico. La mayoría de las empresas de todos los sectores deben adaptar sus procesos, sus recursos y destinar sus inversiones a esta nueva forma de vida. Muchas cartas están puestas sobre la mesa, desde el desplazamiento de empleos, hasta la inversión en conectividad, medios digitales e inteligencia artificial. Al final, pareciera que este forzoso cambio sí cumple con las características de una emblemática “revolución” tecnológica, con pautas similares a la de la revolución industrial.
En el sector automotriz, el desafío tiene muchos nombres e incómodas decisiones por tomar. Así lo refleja el caso de Toyota, el segundo fabricante de automóviles más grande del mundo. No sólo es el desafío que enfrenta el corporativo de invertir en innovación, sino también el enfrentarse a los datos duros, por ejemplo, al tipo de cambio, al aumento de costos laborales y de fabricación, y a los números sombríos y desfavorables que se manifestaron en los indicadores del cierre de año fiscal.
La lucha que enfrenta Toyota
El mes pasado, Automotive News reportó la lucha en que se encontraba Toyota ante la caída del 21% en los ingresos netos para el año fiscal que finalizó en marzo y el ingreso neto que estaba a punto de caer de nuevo en el actual año fiscal (18%). ¿Cuál es el desafío que esto plantea? “El moldear ideas convencionales sobre lo que un coche debe ser en la nueva realidad de las emisiones cero, la conducción autónoma y la conectividad”, reportó.
El presidente de Toyota, Akio Toyoda, expresó que la empresa se ha enfocado demasiado en preservar su estatus, mientras que la competencia entró a la carrera de vehículos autónomos y eléctricos mucho más rápido. Ahora, debe ser “más agresivo” a la hora de sumarse también a la carrera, debido a que la suma actual de inversión para la investigación y desarrollo – de 1 billón de yenes anuales–, puede no ser suficiente si quieren sobrevivir en el futuro. El futuro no está tan lejos como pareciera, afirma, por lo que pudieran ser afectados si no toman acciones pronto.
Sin embargo, esto no quiere decir que no han tomado medidas serias anteriormente. Se han embarcado en una nueva era de expansión hace dos años con las nuevas fábricas para la introducción de TNGA en el híbrido Prius de cuarta generación y una nueva fábrica en México hacia el 2020.
Toyota y su transformación hacia los vehículos eléctricos
«Quiero cambiar la forma en que trabajan en vehículos eléctricos. Tal vez los llamaremos «vehículos eléctricos», pero introducen la conectividad. Piensa en Tesla. Tesla produce automóviles y Toyota está produciendo automóviles, pero lo que Tesla está produciendo es algo cercano a un iPhone», expresó Toyoda.
La toma de decisiones a la que se enfrenta Toyoda tiene serias implicaciones desde cualquier ángulo. Por un lado, es necesario la reducción de costos, mientras que hay mayores demandas de inversión en este cambio de paradigma tecnológico. Toyoda lo tiene claro: es indispensable repensar el proceso de fabricación de vehículos, cada vez más inteligente y con un estilo de trabajo diferente. A pesar de los retos, Toyoda defiende los esfuerzos que se realizaron en los productos mejorados de la compañía, como Prius (el híbrido que fungió como un primer paso ante su escepticismo en los vehículos eléctricos), Camry y Lexus LC. Sin duda, la empresa japonesa ha avanzado en algunos rubros, por ejemplo, la reorganización de la compañía por medio de la creación de subcompañías internas, con la finalidad de que cada área funcione con mayor independencia y eficacia; pero para seguir siendo competitivos, no hay tiempo para titubeos ni para postergación de proyectos, proyectos que de alguna forma son inevitables.
Al final, la toma de decisiones siempre implica riesgos y Toyoda lo sabe: la inversión en innovación sólo puede cosechar beneficios a mediano y largo plazo, lo cual exige paciencia y un proyecto que rinda cuentas a una nueva visión corporativa.
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