Los automóviles 100% deportivos antes de la década de los 90 no eran precisamente comunes en México. Sin embargo, Renault Dinalpin Berlinette representa uno de los rostros clásicos en nuestro país no sólo por su sorprendente desempeño para la época sino por un diseño sin igual.
Este #ViernesVintage te explicamos cómo un deportivo insólito procedente de una compañía francesa apenas en su infancia llegó a México y adquirió un estatus de culto entre sus entusiastas.
Para entender la llegada de Renault Dinalpin Berlinette a México es necesario envolvernos en sus dos principales artífices: DINA y Alpine.
En primer lugar, Diesel Nacional o DINA, creada por el gobierno federal en 1921, es una empresa dedicada a la fabricación de camiones, autobuses y demás vehículos pesados.
A partir de una evolución constante, la compañía logró establecer acuerdos con compañías como Fiat, Flxible, Cummins, Perkins, Chrysler, Skoda, Caterpillar, Scania, Eaton y Dana. No obstante, la alianza que nos concierne hoy sucedió a finales de 1950 cuando la paraestatal forjó un acuerdo con Renault.
El 15 de mayo de 1960, gracias a DINA, saldría de la línea de producción Renault Dauphine, el primer modelo de la firma francesa en México.
Por otro lado, Automobiles Alpine es un fabricante francés enfocado principalmente en el desarrollo de vehículos de carreras establecida en 1955. Gracias a su sorprendente éxito en el rally, la decisión Alpine de expander su presencia a mercados internacionales así como su buena relación con Renault trajo una oportunidad de oro.
En 1965, DINA adquiriría la licencia de fabricación del que iba a ser el único automóvil deportivo completamente fabricado en México al momento: Alpine A110, que en México se le conocería como Renault Dinalpin Berlinette.
El coche original era un coupé deportivo para dos pasajeros concebido en 1961. Con un chasís tubular dividido en dos partes, donde el delantero alojaba suspensión y dirección mientras que el trasero lidiaba con el motor y la transmisión; Alpine A110 destacaba por su mecánica descendiente de Renault.
Su predecesor era el A108, diseñado originalmente con una base que conocemos muy bien: el Dauphine. Gracias al deseo del dueño de Alpine, Jean Rédélé, de rentabilizar las inversiones de la empresa, la firma decidió vender licencias de fabricación del A110 en los países que tuvieran Dauphine y R8 en producción debido a su alta cantidad de componentes compartidos. Entre los países que fueron exportados fuera de Francia incluyó Bulgaria, España, Brasil y por supuesto, México.
Renault Dinalpin Berlinette se caracterizó por una carrocería de un tamaño súper compacto hecha en fibra de vidrio que aligeraba su peso, así como una altura al suelo muy reducida que le daba un carácter deportivo único.
Las motorizaciones disponibles en Francia fueron básicamente tres. Un 1.1 o 1.3 litros basado en el R8; un 1.5 litros basado en Lotus y finalmente los motores de Renault que incluían un 1.3 y un 1.6 litros.
El motor del R8 llegaba a erogar hasta 95 caballos de potencia en un peso de apenas 706 kilogramos. Sin embargo, su éxito en carreras de rally se debía al como TS adaptado que no solamente otorgaba 125 caballos de potencia en básicamente la misma carrocería sino que proporcionaba velocidades de hasta 210 kilómetros por hora.
La fama internacional llegó para el coche cuando en 1970 comenzó a ganar carreras de rally de manera espectacular, dándole presencia a Alpine como un fabricante serio dentro de la esfera competitiva.
Gracias a este éxito inesperado, en México se llevó a cabo la operación de traer el Alpine en 1965. Solo algunas de las autopartes eran enviadas desde Francia mientras que el restante era de fabricación nacional.
DINA fabricó un total de 693 unidades del A110 entre 1965 y 1974 utilizando básicamente dos motores. Hasta 1971, los automóviles producidos en la colonia industrial de Vallejo empleaban un motor de 1,100 cc y a partir de esa fecha utilizaron el 1,300 cc del Renault 8 también producido en México.
En cuanto a estética, Renault Dinalpin Berlinette era idéntico al Alpine A110 salvo los logotipos. El símbolo especial ubicado en los tapones de los rines además de unas defensas con partes en hule y direccionales integradas también destacaban.
Gracias a la ligereza de su construcción y forma aerodinámica le permitía alcanzar velocidades increíblemente veloces para su época. Las viseras canalizaban el aire hacia el compartimento del motor y las calaveras, heredadas del Renault 8 contemporáneo, aprovechando lo mejor posible la potencia.
Además de esto, la cabina interior era como ninguna otra. Con una instrumentación bastante completa, insertos de madera y asientos de piel, había un gran espacio a pesar del tamaño reducido del Dinalpin. Destacaba el logotipo de Alpine en el volante que era de los pocos recordatorios de la marca en el modelo mexicano.
Renault Dinalpin Berlinette no fue la única carrocería fabricada para México. DINA también realizó 67 unidades del A110 en versión convertible así como el 118 del GT4. La segunda versión contaba con la distancia entre ejes ampliada en 17 centímetros y un techo más alto. El espacio aumentó lo suficiente para incluir un doble asiento trasero atrás.
Estas variantes exclusivas para el mercado francés y mexicano se produjeron en escaso número de unidades. Se puede discutir que en México la trascendencia de Dinalpin fue mayor debido a que solamente se produjeron 263 unidades del Alpine para cuatro pasajeros en Francia.
En México, Dinalpin Berlinette alcanzó buen posicionamiento pero al competir en precios en áreas similares a coches como el Ford Mustang, quizá influyó en los pocos ejemplares producidos. A pesar de todo, el coche mantiene su estatus y no solamente es cotizado en el mercado de coches clásicos mexicano sino también internacional.
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