¿Quién puede resistirse al singular encanto deportivo de un Porsche? ¿Quién podría resistirse al ver una réplica exacta de uno de estos clásicos en miniatura? La respuesta parece clara: nadie o casi nadie.
Bernd Pennewitz, un diseñador gráfico que trabaja como gerente de una agencia de diseño, radicado en Lüdersfeld, un pueblecito a 40 kilómetros de Hannover (Alemania), se ha hecho famoso a nivel mundial por haber llevado su gran pasión por los autos, en especial por los Porsche, a un nuevo nivel. ¿Cómo? Les cuento…
No es cosa de juego
En el año 2000, Pennewitz, quien desde niño fue un entusiasta coleccionista de modelos Wiking, empezó a darle vueltas a la idea de recrear un 550 Spyder plateado (el de James Dean) en miniatura, el resultado fue un vehículo de 160 centímetros de largo y propulsión eléctrica que reproducía fielmente y detalle a detalle el original. Todo a escala: desde la zaga retirable hasta el contacto de arranque a la derecha del volante, pasando por todos los relojes del tablero de instrumentos. Desde entonces, este hombre se ha convertido en una leyenda viviente en el mundo del automodelismo especializado en Porsche clásicos a escala 1:2,3.
Pennewitz no planeaba construir más de un Spyder, pero el éxito del primero fue tal que decidió a construirlos en serie. Fue así, que decidió montar su taller de manufactura en su propia casa. El único problema era que al departamento de otorgamiento de licencias de Porsche no le bastaba con un solo auto y querían ver al menos dos ejemplares que funcionaran antes de dar comienzo a la producción, que debía empezar al cabo de tres semanas. Cuando mostró su Spyder en Stuttgart, la licencia ya solo fue una mera formalidad.
Este hombre decidió darle forma a su empresa y para financiarla vendió justamente su Porsche 356, el auténtico. Moldeó, cortó, lijó… El chasis lo creó por computadora, mientras que la placa base y los distintos componentes del tren de rodaje los fresó con un láser de acero y aluminio. El tema de la propulsión se resolvió prácticamente por sí solo. Un motor de combustión era, por motivos de seguridad, totalmente inviable, y los pedales quedaban descartados porque el mini Porsche era demasiado bajo para las piernas de los niños. Pennewitz tardó muy poco en dar con el motor eléctrico adecuado. “Armonizar el motor eléctrico con la mecánica del auto me llevó mucho trabajo de precisión. Pero me siento orgulloso de haber construido el primer Porsche eléctrico en serie”, expresó Pennewitz.
El segundo modelo que creó fue el 356 Speedster y desde entonces no ha parado, aun cuando ha enfrentado el reto de encontrar componentes especiales e incluso tener que fabricar él mismo las piezas para ver concluidas sus creaciones, en las que sus hijos e hijas han sido parte fundamental.
Piezas de arte
Con el paso de los años se ha corrido la voz de estas sensacionales piezas, así que la lista de clientes también ha crecido. Los reales fanáticos de la marca y del trabajo de Pennewitz invierten en un 356 a escala desde 12,000 dólares. Probablemente, una buena parte de la flota está ahora en manos de niños estadounidenses o de los países árabes. No obstante, Pennewitz recalca que él no vende los autos como un juguete infantil. En primer lugar, porque sería problemático por razones de responsabilidad legal, pero también porque una gran parte de su clientela son adultos que se han enamorado de alguno de sus pequeños clásicos y que buscan colocar una copia idéntica en miniatura junto a su original. ¡Pequeñas excentricidades!
Hasta la fecha, Pennewitz ha fabricado más de 150 autos, entre ellos ejemplares del también legendario Porsche 904 GTS.
¿Juguetes o vehículos a escala?
Definitivamente no son juguetes, pero obviamente los niños ¡los aman! Por razones de seguridad, cuando un auto se comercializa explícitamente como juguete, la velocidad se restringe a la de una persona a pie, es decir, 8 km/h. En cambio, los Porsche de Pennewitz alcanzan hasta 20 km/h sobre asfalto. En 2010, exploró cuánto pueden dar de sí sus vehículos a escala. A petición de un cliente puso a punto uno de sus Spyder para la tradicional carrera infantil Little Big Mans en Le Mans. Gracias a un motor más potente, una batería más grande y unas ruedas más anchas, Pennewitz consiguió que este ejemplar especial fuera capaz de alcanzar los 45 km/h. La hija de Pennewitz lo definió como un cohete, así que en realidad, manejar uno de estos vehículos a escala ¡no es cosa de juego!
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