Los seres humanos hemos sido tan brillantes como para inventar la inteligencia artificial, y a la vez tan irracionales como para seguir cometiendo los mismos errores una y otra vez. ¿Te has preguntado por qué las personas en estado de ebriedad se aferran a manejar?
Con el alcohol, el sentido común muere. Así como la inhibición, el pensamiento a largo plazo, la capacidad de reaccionar, etc. Pero eso ya lo sabemos y no ha sido suficiente para solucionar el problema. Tampoco debemos conformarnos con decir que los alcoholizados son «necios», o que «no entienden». Es por ello que en este artículo te vamos a revelar qué es lo que en realidad sucede.
El departamento de transporte de Estados Unidos por medio del «National Highway Traffic Safety Administration» publicó un estudio realizado por el Instituto Nacional de Investigación de Servicios Públicos . Éste analizó lo que motivó a las personas a beber y luego conducir. Según el estudio, no es que las personas realmente se propusieran conducir en estado de ebriedad.
Fue más una cuestión de circunstancias, lugar y tiempo lo que resultó en dicha decisión. ¿Será? Por lo menos, así lo revelaron 600 personas que admitieron conducir en este estado.
Toda la cadena de decisiones cuenta, desde un inicio cuando la persona decide que va a salir a un compromiso o reunión. Esto produce que se tomen decisiones donde no hay certezas reales, sólo imaginarios y condiciones «virtuales».
A la hora del evento, muchas cosas se pueden salir de control, no obteniendo el panorama previsto. Por lo que el conductor se ve envuelto en un ambiente que lo hace «flaquear» y ceder en su forma de beber.
Finalmente, está fuera de lugar el que los anfitriones controlen el consumo de sus invitados. Por el contrario, las celebraciones crean expectativas de beber en exceso.
En entrevistas con duración de 45 minutos, los encuestados revelaron detalles con respecto a todo el espectro de decisión: desde si ir o no ir a la reunión, cómo llegar, qué y cuánto beber, qué hacer durante la estancia (bailar, comer, etc.), cuándo es el momento de irse, cómo regresar a casa, etc.
Las respuestas se dividieron en diferentes categorías y estos fueron los resultados de lo que los motivó a conducir en estado de ebriedad:
Motivo social o ambiental: 33%
Razones personales: 21%
La ocasión: 15%
Es un comportamiento normal: 9%
Planes previos: 8%
Responsabilidad: 6%
Factor emocional: 4%
Razones económicas: 3%
Como podemos ver, el motivo «social» fue el que más influyó. Esta categoría involucra a amigos y familiares que estimularon sutil y abiertamente el consumo del alcohol. Dicho en otras palabras: el beber en exceso como respuesta a la presión de amigos que no quieren beber solos.
Muchas veces los amigos consienten que manejen borrachos debido a que no previnieron la situación y no hay quien más lo haga. Desgraciadamente, a los acompañantes no les preocupa tanto el hecho de estar en riesgo de un accidente por el estado inconveniente del conductor. Les preocupa más el ser arrestados si ellos fueran quienes manejaran bajo la influencia del alcohol.
Estos bebedores asumen su responsabilidad de haber tomado la decisión de conducir en este estado. Por ejemplo, el deseo de relajarse y mantenerse en ese estado por el mayor tiempo posible.
Dentro de esta categoría, la falla tuvo que ver con que la persona no quiso reconocer o admitir que estaba en condiciones inconvenientes para manejar.
Para comenzar, el estudio sugiere que se deben realizar campañas para «redefinir la hospitalidad y la sociabilidad con una menor dependencia del alcohol como lubricante social». Esto conllevaría a abordar desde un inicio el impacto que realmente tiene el entorno, el aspecto social, los familiares y los amigos sobre la persona.
Por otro lado, las campañas deben ir enfocadas a cada grupo de personas que hay. No es lo mismo lo que impulsa a beber a un estudiante, que a un trabajador, a una mujer o a un hombre.
Por ejemplo:
– Estudiantes beben más en grupos grandes, celebraciones e influencias económicas.
– Mujeres son más afectadas por las influencias sociales.
– Hombres se ven más influenciados por la «naturaleza de la ocasión».
– «Godinez» son más influenciados por lo social.
– Trabajadores manuales son más receptivos a los estados de ánimo y sentimientos internos.
Diversos organismos han sugerido que detrás de esta conducta hay un deseo de evitar una cruda realidad: la dependencia al alcohol. El acto de querer manejar, aún alcoholizados, es una manera de querer convencerse de que el alcohol no los paraliza y pueden seguir con sus planes.
Detrás de esta conducta, generalmente hay varias situaciones reincidentes. Es por eso, más allá de mirarlo como un problema de seguridad vial, debe verse también como un problema de salud pública.
Aquí la pregunta es, ¿qué tan seguido manejas en estado de ebriedad?
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