El primer paso es la aceptación, ¿acaso no? Y sí, la adrenalina que produce la velocidad es adictiva. Sin embargo, ¿hasta qué punto es un problema por el cual preocuparse?
Seguramente, no tienes ningún temor en aceptar que te encaaaanta la velocidad. Todo mundo lo sabe y han hablado contigo.
Tu mamá y tu familia te presionan hasta el cansancio para que le bajes. Incluso, tu pareja ha amenazado con bajarse del auto.
Bueno, puede ser que no tanto, ¡ja! Y menos si a ella le gusta… Si es así, ¡los dos deben leer este artículo!
También, hay mujeres realmente aficionadas a conducir rápido.
Sea como sea, si es tu caso, considera que es indispensable que lo tomes como lo que es: un riesgo mortal.
Sin embargo, aquí no te vamos a dar un sermón ni mucho menos.
Por el contrario, te vamos a dar «alternativas» para canalizar esa adrenalina que tanto te gusta.
Más rápido por favor…
Está de flojera, todo mundo te lo dice, pero no te preocupes, no nos clavaremos mucho en este punto. Sin embargo, es obligado hacerlo, porque es así de importante.
¿Tu gusto por la velocidad vale tu vida? Así de sencillo. Haciendo honor a la clásica frase, «más vale perder un minuto de tu vida, que la vida en un minuto.»
Puede ser que esta compulsión por siempre pisar el acelerador esconda un problema de ansiedad, nerviosismo y estrés.
Analiza si es tu caso. Puede ser que tu forma de manejar sea un reflejo o una expresión de cómo eres y llevas tu vida en otras áreas de tu vida.
Si es el caso, debes tratar el problema tomando en cuenta todas las esferas de tu vida: personal, emocional y profesional.
Si es tu caso, peor aún: el estrés por llegar puede alterar tu sistema nervioso al grado de no poder reaccionar como deberías ante cualquier incidente.
¿Eres de las personas hiperproductivas que consideran los trayectos y el tránsito una pérdida de tiempo?
En dicho caso, es probable que no hayas aceptado aún que el tráfico en las ciudades es parte del precio que se paga al vivir en una ciudad.
El ser impaciente no va a hacer que desaparezca. Al contrario, te lo hace eteeeerno…
Ahora sí, el consejo de oro:
Hay muchos espacios donde la velocidad no es un riesgo tan alto, como lo es en las calles.
Por ejemplo, puedes ingresar a clubes de motocross. También, puedes ir a hacer arrancones al Autódromo de los Hermanos Rodríguez o al Foro Dinámico Pegaso.
Puedes incluso canalizar tu gusto por la adrenalina practicando el paracaidismo o el ciclismo extremo.
Pero por favor…
No seas de los que tienen todo el kit: manejas rápido, vas tarde, eres impaciente, ansioso y como si no se pudiera poner peor…
te gusta beber, conduces ebrio y para cerrar con broche de oro, tu auto no tiene ni bolsas de aire…
Y si las tiene y te sientes seguro por ello, recuerda que si las bolsas fueran la solución a todos los accidentes fatales, las automotrices no estarían desarrollando vehículos de conducción autónoma para reducir muertes.
Para cerrar, toma en cuenta en lo siguiente, ¿podrías cargar toda tu vida con la responsabilidad y la culpa de una muerte o lesión ajena por una imprudencia tuya?
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