Se acaba la temporada de F1 que quizás pase a la historia como una de las más mediáticas en la historia del deporte motor y máxima categoría, será difícil que alguna anterior haga tan famosos a los pilotos, los equipos, los directores de cada uno de ellos y, por lo tanto, a sus patrocinadores.
En este 2003, encontramos el mejor momento de la carrera de un mexicano, el que ha seguido todo el país, ese mismo que en la primera curva de su carrera local tomó la decisión más riesgosa que lo dejara fuera, pero es el mismo mexicano que –por ejemplo– se ha subido al máximo pódium de Mónaco.
Ese circuito enigmático que es un verdadero triunfo poder ganarlo y que solo los mejores en la historia lo han podido hacer, ese mexicano que ha luchado en Europa para poder llegar a tomar un volante de Fórmula 1 y a quien tocó la responsabilidad de llevar su carrera como el mexicano que llevaba a cuestas a lo mejor de este deporte en la historia de México.
Es, hoy, el primer subcampeón del mundo y con ello el mejor piloto que ha dado este país. Se sabía que había una imbatible pareja, piloto y coche, ingenieros y máximo potencial, ahí donde nadie hubiera podido ganarle al máximo líder de esta temporada que además está, en su mejor año y que pinta para ser un campeón memorable y de récords.
Ante ese escenario Sergio Pérez, se sube al mejor lugar que quedaba en el año, al segundo lugar, dentro del mismo equipo que además le metía complejidad para su estado emocional como coequipero de un virtuoso –como pocos en la historia– del manejo en pista y en la máxima categoría.
Indiscutiblemente, ha salido delante de miles de batallas, desde la psicológica, la de carrera, la de sobreponerse a errores, futuros contratos o situaciones fortuitas. Sí, indiscutiblemente ahora será el rival para vencer para el mismo en años venideros y para otros mexicanos que puedan llegar a la máxima categoría.
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Lo que le ha traído a nuestro país es un lugar en la historia del deporte, un lugar de fama mexicana y cultura de qué y cómo es nuestro país, de cómo se vive y cómo es que aquí podemos hacer las cosas.
Sergio Pérez, es un brazo fuerte a nivel mundial de la difusión de México. Se ha convertido en marca personal y representación de nuestros atractivos para el mundo.
Le ha tocado la mejor época, pues también –hay que decirlo–, antes de los programas y series de este deporte, antes de que se hicieran tan famosos, antes de que en Norteamérica hubiera tantas fechas, los mexicanos esperábamos la gloria, pero mucho menos afición que cuando hoy tenemos fecha para Gran Premio, piloto mexicano, un deporte que ha cambiado de manos y de dimensión en alcance mundial, variedad de nacionalidades y 22 fechas en el calendario, en estos momentos ser subcampeón del mundo es lo mejor que le puede pasar a Checo, al deporte en nuestro país y a nuestro Gran Premio.
Somos afortunados en esta generación el poder vivirlo y sentirlo en suelo mexicano en el Hermanos Rodríguez, sin duda, es el campeón que se sabe sobre poner a cualquier situación y que lo ha logrado con sus manos y equipo.
A este triunfo le acompaña el gran éxito y ejecución de toda la organización del Gran Premio de México. Sin duda sí ha ganado el campeonato mundial en varios años a nivel de lo que ha logrado, quizás ningún otro deporte y su operador ha logrado tal éxito por tantos años y mejorando cada año. A ellos, a los que vemos en las cámaras y a los cientos y cientos del GP de México el más alto reconocimiento, por ofrecer al mundo esa imagen de México y a la afición fechas memorables. ¡Felicidades Checo!
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