En las grandes ciudades, el problema de tráfico es cosa de todos los días, momento en que los autos permanecen encendidos y quemando combustible. Así, los gases son expedidos hacia el aire que todos respiramos ocasionando una contaminación severa.
Es por eso que a principios de la década de los setentas diferentes firmas automotrices se dieron a la tarea de montar dispositivos en la tubería de escape que permitiera que los autos no contaminaran tanto el aire que se respira, creando así los convertidores catalíticos.
Consta de un panal (preferentemente de cerámica) con incrustaciones de partículas de metales preciosos (platino, paladio y rodio), las emisiones contaminantes reaccionan con los metales preciosos y el calor, transformándose a sí mismos en agua, bióxido de carbono y otros compuestos inofensivos. El catalizador requiere de calor de combustión (aprox. 260°C) para activarse o «desactivarse» y a través de las reacciones químicas que se producen en su interior añade calor al sistema de escape
En México su uso inició en 1992 con convertidores catalíticos de dos vías para que, en tres años más adelante se usaran en todos los autos vendidos en nuestro país los de tres vías.
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