Existe una relación casi romántica que existe entre el lujo y el tamaño, sobre todo en el mundo automotriz. Ford Galaxie no sólo representa ese matrimonio en conjunción única, sino también es considerado uno de los predecesores más importantes del nacimiento del muscle car.
Partimos la semana pasada en #ViernesVintage con un vehículo simple y pequeño, la Jeep Cherokee XJ; ahora hablamos de un modelo clave para lo que Estados Unidos llama el full size car; es decir, un modelo premium en equipamiento, motor y dimensiones grandes.
Gracias a su nacimiento a finales de la década de los 50’s fue clave para adoptar un estilo único que sobrevive como uno de los máximos representantes del gigante azul.
El nombre de Ford Galaxie se utilizó por primera vez en 1959 para designar la versión más equipada del entonces vehículo de gama más alta de Ford: el Fairlane 500. Para su distinción, el fabricante utilizó una adición al pilar C estilo Thunderbird, para resaltar pretensiones deportivas.
Decir que el Galaxie era un coche inmenso es probablemente una subestimación. Con 5.5 metros de longitud y 2 metros de ancho; es más grande que una Ford Edge en ambas categorías. Es incluso más grande que una Volvo XC90. De ese tamaño les estoy hablando.
Y similar a lo que pasaba con Fairlane, el Galaxie venía disponible en varias presentaciones. Había una versión sedán, coupé y un convertible hardtop apodado Sunliner. Por supuesto, desde el día uno, tanto el equipamiento como su presentación estaban pensados para ofrecer lujo.
Primero, Ford ofrecía una opción para una carrocería bitono para darle más estilo a tu vehículo. Además, contaba con un techo retráctil hacia la cajuela en el modelo Skyliner para competir con otras marcas con funciones similares como Mercedes-Benz, Lexus y Cadillac.
Además, de manera opcional se podía adaptar un tablero acolchonado así como puertas traseras con seguro para niños. Por supuesto, el interior entraban en perfecta sintonía con los del exterior. El cromo era otro elemento natural para la época que resaltaba la exclusividad y estaba presente tanto dentro como por fuera.
Como comentamos antes, Ford Galaxie fue uno de los primeros pasos al muscle car. Y esto se debe a que Ford no veía este modelo solamente como un vehículo que su única fortaleza era verse bien en la calle.
Para resaltarlo de su competencia principal en ese momento que era el Chevrolet Impala, la estrategia de la firma norteamericana recayó en el motor y la potencia. Fue así que los mejores motores de Ford en la época fueron adaptados para alimentar al Galaxie.
La mayoría de ellos V8, de ahí el coche fue evolucionando constantemente constantemente yendo hacia motores mejores, transmisión actualizada y manejo.
Por ejemplo, en el año 1961, Ford se presentó en el Daytona Motor Speedway con un Galaxie Starliner que producía sorprendentes 364 HP. Este modelo fue inspiración para producir un vehículo para la policía con una potencia muy similar que fue bautizada como el Police Interceptor.
La segunda generación llegó tan solo un año después. La carrocería de Ford Galaxie se montaba encima del chasis por lo que una nuevo look cada año era relativamente sencillo para los ingenieros de Ford. Y por ello, cada año de esta segunda generación, el fabricante renovaba el coche en cuestión de diseño.
En este primer año, menos ornamentación y un diseño más sencillo fue el camino a seguir. A partir de 1962, Ford comenzó a utilizar el nombre Galaxie para designar a todos sus modelos de grandes dimensiones y para separar a Fairlane como un modelo independiente.
Fue también en este modelo donde Ford se dio cuenta de que aunque Galaxie tenía muy buena aceleración, debido a su enorme tamaño y pobre forma aerodinámica, su desempeño se veía bastante afectado.
Por lo tanto, el rediseño del 62 actualizó su estética a una forma todavía más aerodinámica; así como la inclusión de parachoques de aluminio y paneles hechos de fibra de vidrio, todo con la pretensión de ahorrar peso y mejorar el desempeño.
No sólo evolucionó constantemente, el Ford Galaxie se estableció en 1962 en México, al iniciar su producción de manera local. Un elevado número de autopartes del vehículo se producirían aquí debido a la ley que favorecía la fabricación nacional con el objetivo de tanto aumentar el número de empleos como incrementar la presencia de la industria manufacturera del país.
Un motor básico de 6 cilindros en línea de 3.7 litros mientras que en las versiones más deportivas, la 500 y la 500/XL disponían de un V8 de 4.8 litros. De manera opcional había otra opción, la serie FE de 5.8, 6.4, 6.6 y 7 litros.
La tercera generación se renovó en 1965, modelo que se siguió fabricando en México y que además se lanzó en el mercado brasileño y australiano. Los cambios eran profundos más allá de la nueva estética.
La novedad detrás de la tercera generación recae en una suspensión trasera. Las tradicionales ballestas fueron reemplazadas por una suspensión por resortes con brazos de control. Todo esto en un esfuerzo por hacer del vehículo más confortable, especialmente en carretera; debido a que su gran tamaño y la fuerza del viento podían agitarlo.
1967 fue un año importante para el Ford Galaxie porque poco a poco comenzaría un traslado de la deportividad a un modelo más enfocado al confort. Esto se vio en más peso y tamaño; mientras que el énfasis inicial que se había dado al motor se pasaba a un plano secundario.
Esto no significó que la potencia ya no estaba. Para nada. Aparece con este año un nuevo motor de 6 cilindros de 3.9 litros. La versión más equipada fue renombrada a Galaxie 500 LTD y para 1966, se completó la oferta con un motor de 7 litros heredado del Thunderbird. Este último modelo cambió de nombre de Galaxie a XL en 1967.
De ahí, el último Galaxie llegaría en 1969. Los clásicos motores de la línea FE vendrían a sustituirse por el Thunder Jet de 6.6 o 7 litros. Ford siguió vendiendo el modelo en las mismas carrocerías aunque añadió una versión station wagon; todas con un diferente nivel de equipamiento.
Esta nueva generación, también fabricada en México en la planta de Cuautitlán. Galaxie se despediría en 1974, donde el Ford LTD tomaría su lugar en el universo de los vehículos grandes.
Por supuesto, pensar en un vehículo de esas dimensiones en las calles modernas se ve como una fantasía. Pero a los que nos gustan tendremos el consuelo de que por lo menos en alguna ocasión ese sueño llegó a ser real.
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